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El director Andréi Konchalovski regresa a Moscu para rodar una película sobre Stalin

Tom Hulce y Bob Hoskins interpretan los papeles principales de 'El proyeccionista'

El director de cine soviético Andréi Konchalovski ha regresado a la URSS, después de 10 años de exilio, para narrar "la historia del terror sin los gulags ", la vida de Stalin vista a través de la mirada del operador de las películas del dictador. Konchalovski rueda en Moscú El proyeccionista, protagonizada por Tom Hulce y Bob Hoskins. La película tiene un presupuesto de 15 millones de dólares (unos 1.425 millones de pesetas) y se estrenará en el otoño de 1991.

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La seducción del terror

Un retrato enorme con el ros tro de Stalin se eleva por la fa chada de la Casa de los Sindicatos, a pocos pasos de la plaza Roja, mientras un cortejo de coches de época se dirige hacia las puertas del edificio. La poca gente que a esa hora de la no che camina apresurada por el centro de Moscú se detiene y mira asombrada. No ¡Dios salve a Gorbachov!-, no es que se haya dado ningún golpe de Estado: se trata del rodaje del equipo de Andréi Konchalovski, el hijo pródigo que vuelve a casa, aunque sea por pocas semanas, para contar, dice, "la fuerza satánica de la seducción estaliniana" y "la historia del terror sin los gulags".Dos años y medio de trabajo y un presupuesto cercano a los 1.500 millones de pesetas son los datos de esta gran producción que Columbia distribuirá en el otoño del próximo año y que coproducen los estudios soviéticos Mosfilm y la productora italiana Claudio Bonivento. La película llevará por título El proyeccionista; es la historia de un hombre, Iván Shansin (papel interpretado por el estadounidense Tom Hulce, recordado por su trabajo como Mozart en el filme de Milos Forman), que fue el operador personal de las películas de Stalin y tuvo la suerte de observar y adorar al dictador día tras día, hora tras hora, desde su cabina de proyección.

La película está destinada a tener un gran éxito. Un guión tormentoso, escrito por Konchalovski y Anatoli Usov; el mágico trasplante del tejido emotivo del alma rusa, y, finalmente, la agudeza que el director Andrél Konchalovski ha alcanzado en los años que pasó alejado de su país harán de la pelíoula uno de los grandes acontecimientos de la próxima temporada cinematográfica.

Un Dios tirano

"Quería dar respuesta a una cuestión que me ha perseguido siempre", dice Konchalovski, "por qué Stalin pudo transformarse en un Dios tirano, encarnación del mal, que sin embargo adoraban millones de personas. Pero en mi película el centro no es Stalin, sino Iván, que le adora. Encuentro más interesante ver al dictador por los ojos de un hombre que le ama, para así aislar y profundizar en la mentalidad de un ruso y de un pueblo entero del que Iván es la encarnación".Andréi Konchalovski habla sentado en una sala de los estudios Mosfilm, donde se han reconstruido centímetro a centímetro las salas más suntuosas del Kremlin y el corredor de 44 metros que une la sala de Catalina con la sala de San Jorge, donde en tiempos ya lejanos gobernaba Stalin.

En otra parte del estudio está la pequeña estancia donde Iván convivía con su mujer, Anastasia (interpretada por la actriz Lolita Davidovich), que caerá víctima del insano amor de Beria (el británico Bob Hoskins interpreta este papel), el jefe de la policía secreta de Stalin.

Konchalovski, hermano mavor de Nikita Mikalkov e hijo del autor del himno nacional soviético, habla de la influencia del exilio: "Yo soy muy ruso, el ritmo de mi existencia es más lento. Cuando veo mis películas desearía cortarlas, hacerlas más ágiles. El pueblo ruso es, en general, más paciente y contemplativo que el norteamericano, porque nuestra mentalidad está formada en espacios inmensos, en la ausencia de intereses comunes y plenamente aislada de la cultura occidental".

El director recuerda que la idea de hacer esta película la tuvo cuando a finales de los sesenta conoció al proyeccionista de Stalin, que se llamaba en realidad Iván Ganshin y que todavía vive. Le encontró en una de las largas esperas en el Ministerio de Cultura mientras la censura visionaba una de sus películas. Recuerda que "en aquel tiempo los directores no podían entrar a la proyección de su propia película", mientras los censores escrutaban la película.

"Utilizar una cámara para realizar una obra sobre la muerte de Stalin era impensable entonces", dice el director. Y añade, "en el último filme que hice en la Unión Soviética, Siberiada, en 1980, se cortaron todas las escenas referidas a aquel acontecimiento".

"He leído documentos y libros", señala Konchalovski, "he visto archivos y escuchado decenas de historias y, por supuesto, no he podido utilizar toda la información inédita que de esta forma he recopilado sobre Stalin". Por ejemplo, ha eliminado la escena en que Stalin prendía fuego a un hormiguero. Sin embargo, no ha renunciado a mostrar que el dictador tenía una lesión de nacimiento en el brazo izquierdo y dos dedos del pie izquierdo unidos.

Copyright La Repubblica / EL PAÍS.

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