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Frustración en Panamá al año de la invasión

Antonio Caño

Unas velas encendidas en el bombardeado barrio de El Chorrillo, tres cruces sobre los escombros de lo que fue el escenario de los combates y unas cuantas oraciones en memoria de los muertos fueron los únicos testimonios del primer aniversario de la invasión norteamericana de Panamá, que se cumplió ayer en un ambiente de general frustración.

Frustrado está el Gobierno, panameño, que sigue forcejeando con la Administración de Estados Unidos para recibir la ayuda económica prometida, y más frustrado aún se manifiesta un pueblo que, un año después de lo que se recibió como una liberación, no ha visto satisfechas sus principales esperanzas.El presidente Guillermo Endara se cruzó sobre el pecho toda la parafernalia de la simbología institucional para aparecer el sábado por la noche en las pantallas de televisión como portador de un mensaje de esperanza, pero sus palabras casi resultaron huecas en un país que se queja de la falta de liderazgo y de la inoperancia del Gobierno democrático.

Unas cinco horas antes del momento en que hace un año tomaba posesión de su cargo en una base militar de EE UU, Endará se dirigió al país para acusar de la invasión al régimen del general Manuel Antonio Noriega, acualmente encarcelado en Florida. "Ni el pueblo panameño ni yo invitamos la acción militar; fue el resultado predecible y lógico del desgobierno", declaró.

El primer vicepresidente, Ricardo Arias, definió la intervención norteamericana como "un trauma que acarreó la liberación, un trauma que despertó horizontes y esperanzas nuevas". Arias, de acuerdo a la decisión oficial de declarar el día de ayer como "jornada de reflexión nacional", invitó a todos los panameños "a reflexionar de forma humana, espiritual y religiosa, a rezar para pedir a Dios que nunca más haya una dictadura ni una acción militar".

Algunos de los 400 trabajadores de las empresas públicas despedidos en los últimos días han decidido expresar su particular reflexión con una huelga de hambre en la iglesia de Don Bosco, ante la que a medianoche del sábado llegaron a mostrar su solidaridad un centenar de personas que poco antes se habían manifestado frente a la Embajada de EE UU. Todos se sumaron después a la misa celebrada por el arzobispo de Panamá, Marcos McGrath, en El Chorrillo, a la misma hora a la que, 12 meses atrás, el barrio era destruido por el ataque norteamericano en busca de Noriega.

El despido de 400 trabajadores son consecuencia de las medidas tomadas por el Gobierno tras la insubordinación protagonizada hace dos semanas por un grupo de policías al mando del ex coronel Eduardo Herrera, en la que, según las autoridades, estaban involucrados los principales dirigentes sindicales. Uno de los que participan en la huelga de hambre, el líder del sindicato de la Energía, Isaac Rodríguez, perseguido y exIllado durante el régimen de Noriega, asegura que el levantamiento de los días 4 y 5 pasados fue "un montaje del Gobierno para poder descabezar a la dirigencia sindical".

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