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Tribuna:ANÁLISIS
Tribuna
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La URSS y la tentación totalitaria

Pilar Bonet

El presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, ha emprendido un rumbo político autoritario ante la consternación, la impotencia y los sentimientos contradictorios de la oposición liberal, dividida sobre los métodos y soluciones para remontar la crisis que vive el país.Mijaíl Gorbachov parece decidido a tomar personalmente las riendas del poder para poner orden y está creando las condiciones precisas para ejercer mano dura. Observadores políticos consideran que una de estas condiciones es el reciente nombramiento del tándem formado por Borís Pugo y el general Borís Grómov como ministro y primer viceministro del Interior, respectivamente.

Ello significa que en la directiva de este departamento estarán representados el Comité de Seguridad del Estado (KGB), en la persona de Borís Pugo, que tiene una larga carrera en esta organización, y el Ejército, en el héroe de Afganistán. Gromov, que deja su puesto de máximo jefe militar en el distrito de Kiev, es considerado un disciplinado profesional de talante conservador que goza de buenas relaciones con el ministro de Defensa, Dmitri Yázov.

El mensaje de disciplina del antiguo dirigente soviético y jefe del KGB, Yuri Andrópov, ha vuelto a ser actual en la URSS. El domingo, en la televisión, el jefe del Gobierno soviético, Nikolái Rizhkov, manifestó que Andrópov era un hombre firme, de gran cultura y con gran sentido de la responsabilidad, y negó que hubiera tomado medidas "duras".

El fantasma del Kremlin

Andrópov hizo frente a la "corrupción" de los cuadros dirigentes, dijo Rizhkov, según el cual la URSS necesita ahora orden y disciplina. El primer ministro puntualizó, sin embargo, que no se trataba de la disciplina y el orden de los años treinta.

Gorbachov, por su parte, ha vuelto a utilizar expresiones arrinconadas en el lenguaje político de los últimos tiempos. Una de ellas es "la clase obrera", a la que se refirió el presidente en su intervención la semana pasada ante los comunistas de Moscú. "Somos culpables ante la clase obrera ( ... ) y, debemos corregir la situación", dijo el líder, según el cual se necesita la participación de la "clase obrera" en el proceso político y el reforzamiento de sus vínculos con las organizaciones del partido.

Entre el presidente de la URSS y su principal rival, Borís Yeltsin, continúa el juego de acercamiento y alejamiento que ha caracterizado sus relaciones desde que Yeltsin asumió la presidencia del Parlamento de la Federación Rusa, en mayo. A los observadores políticos les resulta difícil evaluar correctamente los cambios de temperatura en esta relación y el grado de verdad que hay en sus manifestaciones públicas.

En una reunión con representantes de las formaciones autónomas de Rusia, Borís Yeltsin dijo el 29 de noviembre que Gorbachov le había propuesto competir con él para el puesto de presidente de la URSS en elecciones generales "el año próximo". Esta propuesta había sido formulada por Gorbachov el 28 de noviembre en una entrevista con Yeltsin.

Más adelante, el 3 de diciembre, Yeltsin reiteró que Gorbachov le había hecho esta propuesta y también le había ofrecido la vicepresidencia, pero cuando esta corresponsal le preguntó si Gorbachov había indicado una fecha en la que podían celebrarse tales elecciones, Yeltsin lo negó.

Preocupante resulta un artículo que ha publicado en el diario Izvestia Serguéi Alekséiev, que además de ser el presidente del Comité de Vigilancia Constitucional es un prestigioso y jurista profesional. Alekséiev ha advertido de la tendencia hacia el poder absoluto que experimenta la jerarquía soviética y ha planteado claramente el dilema: reconocimiento pleno de los derechos humanos, indisolublemente ligado a la división de los tres poderes o vuelta a la lógica totalitaria estalinista.

"Me atrevo a decir", señala Alekséiev, "que la peor desgracia y la más pesada herencia que nos ha quedado de los tiempos del totalitarismo estalinista ( ... ) es el fantasma, más bien demonio desenfrenado, del poder absoluto". Alekséiev publicaba su artículo precisamente en vísperas de que Gorbachov interviniera ante el Sóviet Supremo de la URSS para presentar su conjunto de enmiendas a la Constitución de la URSS para reorganizar el sistema de poder central de acuerdo con los planes presentados el pasado noviembre.

Gorbachov, señalan medios informados, está tratando de minar la base de poder de Borís Yeltsin, sondeando la disposición de algunos de sus aliados a aceptar puestos en la alta jerarquía soviética. El presidente busca también aliados entre quienes pueden beneficiarse potencialmente al librarse de la subordinación a la Federación Rusa.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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