Preservativo / 1
Mire usté por dónde, que venía yo días pasados pensando en la profilaxis y las prevenciones sanitarias y cómo sirven para acabar de destrozar la vida, y andaba ya tramándole una noticia de abajo en que descubriéramos a medias cómo aquello de "Más vale prevenir que curar" era mentira o se había hecho mentira flagrante con el Progreso Progresado; y hasta, entrevistándome con unos chicos de Sístole, la revista para médicos, les había adelantado algo de esa cuenta: que, si es verdad que con la prevención se salva un cierto número de vidas (esto es, se evitan algunas muertes prospectivas, ex futuras, por emplear el término de Unamuno: las que, si no, podían haberse producido, que son las que sólo sabe Dios y los empleados de Sus estadísticas), lo que, en todo caso, nunca se mete en cuenta es lo que se paga a cambio: que se paga que, no un cierto número, sino miles de millones, la Mayoría (y en el Ideal del Progreso Divino, todos), se pasen la vida en chequeos periódicos, en profilaxis de embolias y de cánceres y de todo bicho con nombre grecomédico lo bastante publicitado, en prácticas de higiene y en gimnasias preventivas de accidentes fisiológicos y de síntomas de vejez, hasta, los más animosos, operándose preventivamente de un órgano o del otro (porque, en la duda, ¡mete mano, cirujano!), en fin, dedicando la vida a prevenir la muerte; y eso día a día y hora a hora, al menudeo, disponiendo cada cual de los cachos de su cuerpo, que para eso es suyo, pendientes cada cual y todos del Futuro amenazante, sacrificándose y jorobándose en clínicas o gimnasios...¿Por qué?: por el mañana; que es lo que al Señor le gusta y lo que ordena: que no se nos ocurra dejarnos vencer un rato de la tentación de vivir (ni de pensar, claro, que lo uno va con lo otro), sino que sepamos bien que, así como el salario se gana con trabajos y la Gloria Eterna con cilicios y mortificaciones, así también la salud segura y la Vida Plena (de mañana) se consiguen haciéndonos la puñeta por lo pronto con las prácticas profilácticas y la preocupación constante de la enfermedad.
0 sea, ya ve usté, que no basta la muerte siempre-futura que le está a cada uno prometida, sino que tiene cada vez más la muerte que meterse en el seno y los resquicios de la vida cotidiana; así impone por momentos el Imperio Progresivo del Futuro, que es la forma progresada de la Gloria Eterna.
Pues ahí está la cuenta: puede usted repasarla, lo mismo en lo tocante a usté mismo y solito que referido a las poblaciones en general, y deduzca usted si valía más prevenir, y cuánto se gana y cuánto se paga con la profilaxis.
Bueno, pues en éstas, he aquí que me sale al paso la campaña del Preservativo, orquestada nada menos que por el Poder Constituido y progresado; lo cual tiene por fuerza que significar mucho.
Azote de la juventud
Ya de años atrás, desde la invención del sida y cuando estaba en pleno florecimiento, que no se habían hecho aún distingos entre casos, muerto de necesidad, moribundo resistente, mero contaminado portador, ya entonces se empezó consiguientemente a resucitar el viejo Preservativo, que creíamos enterrado para siempre, ¿se acuerda usted?: porque, por descuido, se habían inventado medicamentos que curaban hasta la sífilis famosa y todas las purgaciones con que los supuestos placeres tenían por entonces que purgarse, y con la pilula se había acabado el miedo del embarazo, al menos si no era una tan gilipollas como para creerse (o tener un médico tan siniestro que le ayudara a creérselo) lo de los peligros de la pilula que enseguida, como siempre, para joder el invento se inventaron.
Pero ahora la cosa ha pasado a más; y una vez que el nuevo Azote de la Juventud (y más si folladora, y más si maricona) ha quedado asumido gozosamente por el Poder (¿qué mejor quiere Él que el miedo de la plaga para imponer su propio terror como cuidado paternal?), el caso es que la tripita ha llegado a sacar su hocico inmundo con toda desvergüenza; y, acordes, como siempre, Capital y Estado, las fábricas de condones, que tantos años yoguieran arruinadas y enmohecidas, vuelven a resurgir pujantes y a proporcionar miles de Puestos de Trabajo a muchas chupeteras en paro y a muchos ejecutivos del plástico de Dios.
Y ¿no lo ve usted cómo en los anuncios murales reluce áureo como una corona ducal o como una hostia con cenefa? Y ¿no ve cómo su propaganda cultiva congruentemente las instituciones sexuales fijas y de confianza?: porque "Pónselo" sólo puede el Poder ordenárselo a las prostitutas y a las emparejadas, en modo alguno a aquella que está a punto de que la violen en el ascensor; ni "Póntelo" puede mandárselo más que al buen súbdito obediente que sabe lo que hace y cuál es su plan y adónde su verga se dirige, en modo alguno al desgraciado que anda a salto de mata a ver si le salta la liebre cuando menos se lo espere y que tiene la picha hecha, como es normal, un lío.
El Preservativo y su campana significa la intervención suprema del Poder en lo más, supuestamente, íntimo (o sea, en verdad, en lo más impersonal), y la imposición del plan, de la intención y de Futuro en el trance justo en que más corría peligro la gente de perderse y olvidarse y vivir un poco.
He visto ya que algunos muchachos (nunca la Mayoría, ciertamente: la Mayoría es, como usted sabe, democráticamente idiota, y también la Mayoría Joven), algunos al menos han recibido esa orden del Poder como lo que es, como un insulto. Pero, por si acaso, hará usted bien en comunicarles a sus sobrinos y sobrinas lo que todavía voy a decirle sobre el asunto, por si ello les ayuda a clarificar su sensación de afrenta, y con ello la rebeldía consiguiente.
Estupidez
Dígales, porque usted lo sabe, que el Preservativo, aparte de ser una guarrada higiénica, es un atraso; como es un atraso el Automóvil, y como lo es la Informática y la Automatización, que sólo en la Ciencia-Ficción funciona bien, en vez de originar, como en la realidad, un embrollo progresivo; y que, así como la peste y plaga de ciudades y de campos, que resulta de haber Estado y Capital impuesto los medios de transporte más imbéciles, tratan luego Ellos de remediarlas con sus medidas impotentes de ordenación de tráfico, nuevos destrozos de excavaciones y desviaciones, multas disuasorias y memeces por el estilo, así los miedos que Ellos han sembrado en eso que Ellos llaman la Juventud, con la invención del sida y el desprestigio de los anticonceptivos útiles, tratan ahora de hacer como que van a remediarlos con campañas estúpidas como esa que lleva por bandera la gomita preservativa.
Pero esa estupidez es lo de menos: importa sobre todo aprovechar ese símbolo ilustre que con el rollito de tripa plástica de sus carteles Ellos mismos nos ofrecen y tratar de entender lo que esa boquita gominosa nos farfulla. A ello voy, y así se lo seguiré contando mañana mismo, si Dios no se opone mucho y la clemencia de este honesto Rotativo lo permite.
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