Valencia celebró su cita anual con el pop británico
Siete horas duró la fiesta de 'La conjura de las danzas'
Tres grupos británicos y cuatro españoles desfilaron el pasado viernes por la noche por el escenario del auditorio Arena de Valencia, en el espectáculo musical que anualmente organiza el programa radiofónico local La conjura de las danzas. Como en pasadas ediciones, la cita presentó a lo largo de siete horas una serie de bandas emergentes que reunieron a los aficionados locales a la música pop y a la prensa especializada británica, convertida ya en seguidora fiel de este acontecimiento anual.
Con cuatro años de rodaje, La Conjura de las Danzas se perfila ya como un rito en la escena musical valenciana, gracias a la iniciativa de Jorge Albi, conductor del programa radiofónico del mismo nombre. En ediciones precedentes, dio a conocer a grupos como Happy Mondays o Stone Roses, procedentes de Manchester, como la mayoría de las bandas británicas anunciadas en el espectáculo del viernes pasado.Hubo dos partes diferenciadas, engarzadas por acciones de corte teatral que prolongaron el espectáculo hasta las seis de la madrugada, Una, la española, en la que destacaron Los Romeos, banda que comienza a imponer su personalidad más allá de la sugestión de Patricia, cantante y banderín de enganche que juega la baza de la seducción más o menos ingenua arropada por una cortina de guitarras rugosas. Los oscenses Proscritos y dos grupos valencianos, Los Fartones y Los Místicos, caldearon el ambiente sin despertar excesivo entusiasmo en un público consciente de que todavía quedaba mucha noche por delante.
Salieron después los grupos británicos, cuatro según el programa previsto, pero tres en definitiva por la incomparecencia de The High, que, según la organización, tuvo dificultades con el transporte aéreo. Subieron primero al escenario The Mock Turtles, señalados por la crítica inglesa como banda a seguir de cerca y recibidos con una calurosa ovación. Su excelente juego de guitarras, las bien hilvanadas armonías locales y unas cuantas canciones de notable factura confirmaron las buenas referencias, pero no ocultaron alguna monotonía en su repertorio y una cierta pereza expresiva.
Mayor énfasis en la variedad melódica mostraron The Katydids, un grupo apadrinado por Nick Lowe, a quien puede decirse hicieron un continuo homenaje a lo largo de su actuación. El trenzado de su vocalista femenina con el resto de la banda ha suscitado comparaciones con los primeros Pretenders y los 100.000 Maniacs, pero su puesta en escena les acerca más a la línea saltarina de Katrina and The Waves. Encendieron sin embargo los ánimos del respetable y esbozaron un estimulante final para este rito anual, cerrado por James, el más veterano grupo de la hornada. Fue sin duda la más rotunda y personal propuesta musical de la velada, con un conjunto de canciones impecables, ribeteadas por una aureola folkie y rematadas casi siempre en un clímax instrumental que enganchó fácilmente con el público superviviente.
Babelia
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