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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Para el recuerdo

Hace un par de años, la casa discográfica Harmonia Mundi France publicó con el apoyo de la Dirección General de Cultura del Gobierno de Canarias un disco compacto con las tres últimas obras orquestales hasta entonces de Juan José Falcón Sanabria (Las Palmas de Gran Canaria, 1936). Kyros (1983) y Aleph (1986) habían sido encargos de la ON; Agáltar (1987) permanecía inédita.El disco, grabado en la Henry Wood Hall (Trinity Church), contaba nada menos que con la London Symphony Orchestra (LSO), dirigida por José Ramón Encinar. Escuchando ahora el estreno de Itálica se percibe el dominio de las masas orquestales que ha adquirido Falcón Sanabria y también su evolución.

Desarrollada en tres secciones, la obra, con una duración aproximada de 15 minutos, posee tensión y una construcción formal impecable.

Orquesta Sinfónica de RTVE

Director: José Luis Temes. Obras de Falcón (estreno absoluto), Ives, Copland y Stravinsk Teatro Monumental, 29 de noviembre.

La obra, apoyada en dos motivos principales recurrentes, uno a cargo de percusión y piano y el otro de la sección de viento, alterna el desarrollo musical, el dramatismo, con los hallazgos rítmicos, el impacto sonoro con el misterio. José Luis Temes y la Orquesta de RTVE lograron una versión de gran altura.

Música americana

El concierto, ejemplar por la ligazón de las obras elegidas, se abría y cerraba con música americana. Asombroso, como siempre, Ives en originalidad y modernidad con Tres lugares de Nueva Inglaterra; deliciosa la pieza, originalmente prevista para el teatro, Quiet city de Copland, para grupo de cuerda y dos solistas de viento, ambos levantinos, de Liria y Cullera.Tanto Enrique Rioja, a la trompeta, como Carlos Alonso, al corno inglés, mostraron eficacia y creatividad.

Virtuoso, detallista y entregado, el holandés Ronald Brautigam (Amsterdam, 1954) fue el solista del divertido Concierto para piano e instrumentos de viento, de Stravinski, una obra que mantiene intacta su frescura tímbrica, rítmica y lúdica.

José Luis Temes dirigió con su habitual energía y vitalidad. La orquesta respondió estupendamente.

Fue uno de esos conciertos -raros, por cierto- en que uno sale con la sonrisa en los labios de satisfacción. Satisfacción que no se limita a la calidad de la música sino que se extiende también a los niveles de interpretación conseguidos.

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