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La dimisión de Thatcher devuelve la popularidad a los conservadores

Una vez arrojada por la borda la primera ministra Margaret Thatcher, la popularidad vuelve a los conservadores británicos, según varios sondeos de opinión que hoy publica la prensa londinense. Los tres aspirantes al liderazgo tory están en condiciones de derrotar a los laboristas. Michael Heseltine -cuya candidatura se vio reforzada ayer con el apoyo de Geoffrey Howe- les sacaría entre cinco y nueve puntos, y John Major, entre dos y ocho. El secretario del Foreign Office, Douglas Hurd, sólo les aventajaría por dos puntos en el mejor de los casos.

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Estos datos confirman la impresión ya traslucida el viernes de que la carrera por el liderazgo conservador se va a reducir a una elección entre el ex ministro Michael Heseltine y John Major, el actual responsable de Hacienda. Un Partido Conservador encabezado por Major aventajaría en ocho puntos a los laboristas, según el sondeo de The Independent on Sunday. Heseltine es el favorito, entre nueve y ocho puntos, para el Sunday Correspondent y el Sunday Telegraph. La cuestión entre ambos contendientes está tan ajustada que en ,la consulta de The Sunday Times, uno y otro proporcionan a los tories un 6% de ventaja sobre el partido de Neil Kinnock.Los tres candidatos analizarán hoy con sumo detalle estos resultados, que también van a influir en las sugerencias de voto que las bases conservadoras hagan llegar a sus parlamentarios. La principal fuerza que mueve a los tories es el ansia de repetir victoria, y el candidato que mejor la garantice será quien se lleve el gato al agua.

Heseltine, Hurd y Major se manifestaron ayer como ganadores, por más que las protestas de Hurd sigan adoleciendo de credibilidad, como confirman las pobres perspectivas que le dan los sondeos, entre cero y dos puntos de ventaja. El responsable de la diplomacia británica declaró que estaba a la par con Heseltine, comentario que llevó a uno de los seguidores de éste a decir que eso significaba que hay 500 parlamentarios conservadores. Sólo hay 372, y el grueso de ellos optará por Heseltine o por Major.

Los aspirantes están desarrollado una campaña exquisita, no sólo carente de ataques personales, sino con sugerencias más o menos explícitas de que quienquiera que gane ofrecería a los otros dos sendas carteras en su Gabinete en aras de la unidad del partido.

Heseltine necesita superar el martes la barrera de los 187 sufragios que dan la victoria, pues, en caso contrario, la previsible alianza entre los dos ministros amenaza con dejarle fuera de juego en la consulta final del jueves. El apoyo confirmado de Hoiwe y el previsto de Nigel Lawson, ambos dimisionarios con Thatcher, dan mayor calado a su candidatura.

Major aparece como el candidato más dispuesto a defender las esencias del thatcherismo, pero su origen social modesto, su mezcla de firmeza en lo económico, con flexibilidad en lo social, y su relativa juventud (47 años) le hacen atractivo ante un electorado que desea ver un cambio generacional. Los tres candidatos han prometido, con distinto énfasis, É3 reforma del malhadado poll tax, lo que ha provocado las naturales críticas de los laboristas. El cambio de primer ministro introduce un notable factor de incertidumbre en las filas de Kinnock, quien contaba con Thatcher como su principal fuente de votos. Un nuevo líder genera siempre una luna de miel electoral que el futuro inquilino de Downing Street podría aprovechar para convocar elecciones anticipadas. Jack Cunnigham,responsable de campaña laborista, dijo que lo que su partido desea es que "en el momento en que se resuelva la lucha por el poder" entre los conservadores se convoquen elecciones.

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