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Bush está convencido de que el Consejo de Seguridad autorizará el uso de la fuerza contra Irak esta semana

ALBERT MONTAGUT, George Bush regresó ayer a Estados Unidos, después de una larga gira por Europa y Oriente Próximo, convencido de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas alcanzará un acuerdo la semana entrante que autorizará el uso de la fuerza contra Irak. Bush terminó su viaje de ocho días por Checoslovaquia, Alemania, Francia, Arabla Saudí, Egipto y Suiza con dos lecciones bien aprendidas: Sadam Husein es ahora un peligro nuclear, y segundo, que su visión del mundo árabe y su política en la zona deben cambiar radicalmente.

En Bagdad, Sadam Husein no ha permanecido inmóvil y ayer se reunió con su Consejo del Mando Revolucionario, después de autorizar la salida del país de 10 rehenes británicos con sus esposas. El presidente de Irak anunció, además, la inminente liberación de "un gran número" de ciudadanos italianos, después de entrevistarse con el arzobispo palestino Hilarión Capucci, que abogó por la suerte de esos ciudadanos italianos retenidos en territorio iraquí.Camino de Washington, el presidente Bush declaró que EE UU estaba "muy, muy cerca" de lograr luz verde de sus aliados para conseguir la 11ª y más delicada resolución del Consejo de Seguridad para la crisis del Golfo: el uso de la fuerza. Parece ya casi confirmado que la próxima semana los 15 ministros de Exteriores de las naciones que componen el Consejo debatirán la resolución propuesta por Estados Unidos. Los norteamericanos son conscientes de que algunos votos, como el de Yemen y Cuba, están claramente en su contra. El tiempo apremia porque el próximo viernes termina la presidencia estadounidense en el Consejo y Washington necesita este acuerdo para lanzar a Sadam su más contundente aviso de que no está dispuesto a tolerar por más tiempo que sus tropas permanezcan en Kuwait.

Difícil predicción

Es difícil también en estos momentos adivinar si la URSS, China, Francia o el Reino Unido van a votar a favor de la resolución. Los franceses no están demasiado convencidos de lo que deben votar y los británicos, los eternos aliados de EE UU, están en estos momentos más interesados en quién sustituirá a Margaret Thatcher que en Kuwait.

Bush, que desde ayer por la noche se encuentra descansando en su residencia presidencial de Camp David, también ha sido criticado en Washington por la forma en que ha terminado su viaje diplomático. Su encuentro con el líder sirio, Hafez el Asad, no ha gustado en determinados círculos políticos.

El presidente norteamericano, que ha denunciado públicamente que Sadam está muy cerca de conseguir armas nucleares, y que ésa es otra de las razones por las que debe ser neutralizado considera a estas alturas que cualquier nación que apoye su postura debe contar con su apoyo aunque se trate de Siria.

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En su encuentro de Ginebra, Bush y Asad calificaron de "inaceptable" la invasión de Kuwait por tropas iraquíes y durante su breve entrevista del viernes por la noche en Ginebra expresaron su deseo de que el conflicto se solucionara en conformidad con la Liga Árabe y las resoluciones de Naciones Unidas.

Pese a que Siria continúa inscrita en la lista negra del terrorismo del Departamento de Estado, Bush accedió a entrevistarse con Asad porque según él "cualquier ayuda en estos momentos es importante para nosotros".

Ambos líderes dialogaron también sobre la pacificación de Líbano y la importancia de desbloquear las resoluciones de Naciones Unidas 242 y 338 sobre los territorios ocupados. Esta referencia no ha gustado en Israel donde tampoco ha sentado bien que Bush la haya hecho de forma conjunta con uno de los principales enemigos de Tel Aviv.

La crisis ha situado a Washington en un papel difícil. Necesita aliados, sea quien sea, aunque sea preciso pagar a cambio. Turquía y Egipto le han pedido dinero. Siria ha pedido a Washington la garantía de que si hay guerra e Irak es derrotada, Israel no debe salir fortalecida de la nueva situación. Bush tampoco se quedó corto en Ginebra a la hora de pedir. Según reconoció la Casa Blanca, los dos líderes también hablaron de la necesidad de pacificar Líbano, del terrorismo internacional y de los seis rehenes norteamericanos atrapados en Beirut. Asad prometió hacer lo posible para su liberación.

Washington hace todo lo posible para convencer a los países miembros del Consejo de Seguridad que apoyen su resolución. Ayer, el secretario de Estado norteamencano, James Baker, se entrevistó en Bogotá con el presidente colombiano, César Gaviria, al que explicó las razones de la resolución que se quiere aprobar y solicitó información sobre el criterio que seguirá Colombia, que según ciertas informaciones no oficiales está a favor de la resolución.

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