El testimonio de Berta Singerman
Recital de Berta Singerman Hay que aproximarse a Berta Singerman con mucho respeto. Representa casi tres cuartos de siglo de dedicación a la poesía, y muy claramente a la poesía del tiempo en que comenzó a recitar: la generación española del 27, los poetas latinoamericanos que, antes y durante la vigencia de aquélla, añadieron nuevas sonoridades.El público -no mucho- que asistía a su recital del Español, muchos de ellos testigos de otras apariciones lejanas de la actriz en España -yo mismo de niño, en lo que creo que fue uno de sus primeros viajes a Madrid-, le tributó todo ese respeto, la apoyó, la comprendió y la aplaudió en sus momentos de dificultad.
Había en esta actitud un homenaje a quien cumple 92 años en escena, y al esfuerzo de salir ante el público con esta tremenda desventaja: apoyada en dos actores -los dos donjuanes de la función diaria del Español-, tratando de leer poemas que antes habitaban, frescos y nuevos, en su memoria, manejándose entre los follos donde estaban escritos los poemas, tratando simplemente de respirar -afectada, además, por una de esas bronquitis madrileñas que se agarran como las rémoras a la quilla de un barco-, apoyada en un micrófono inalámbrico. Y sufriendo con ella sus dificultades.
Berta Singerman
Teatro Español. Madrid, 20 de noviembre.
Pero no eran sólo estas emociones del recuerdo y de la situación inesperadamente dramática las que se percibían, sino tambien los vestigios de un estilo, de una comprensión del poema. Aún suenan los trémolos o los vibrados de su voz, con más control incluso que en la otra época -en la que correspondían a un estilo, a una manera temporal-; aún la lentitud de su mano contiene el subrayado de un verso o una palabra; y aún hay descubrimientos sonoros en poemas líricos y difíciles.
Y se mantiene su lección de interpretación intelectual sobre los llamados rapsodas que la siguieron, y todas las posibilidades que se han ido perdiendo en la creación del verso en el escenario. Berta Singerman no sólo ha sido recitadora, sino también actriz de teatro y de cine, y es esa condición de intérprete de lo escrito lo que prevalece en ella.
Para afianzar el recuerdo, quedan algunas de sus películas, algunas de sus grabaciones: todas son aleccionadoras. Y gusta verla en persona, envuelta en su túnica blanca, tratando de prevalecer sobre los años, dando testimonio de un gran tiempo literario.