La plaza más importante para los toreros
La mayoría de los toreros que hicieron el paseíllo este año en Las Ventas coincidieron en declarar que de su actuación, en la que calificaban como la plaza más importante, dependía gran parte de su temporada. Esta dependencia era menor en el caso de las figuras, aunque, como señalaba Espartaco, "Hay que venir a Madrid, porque un triunfo aquí da una tremenda categoría y significa mucho en tu fuero interno".
Esta trascendencia se debe, según la mayoría de los espadas, a que el público de Madrid es el más exigente y entendido. Fernando Lozano, tras salir a hombros por la puerta grande, pasó de las 36 corridas de 1989 a las 64 de este año. "Las Ventas sigue definiendo la temporada de cada uno, con enorme diferencia respecto a las demás", admitió.
Los matadores de cotización modesta que destacaron en Madrid, también vieron aumentar sus contratos, como sucedió a El Fundi, Pepín Jiménez, Galloso o Frascuelo, y sus piropos a la Monumental eran lugar común en sus declaraciones.
El sector de público considerado duro, casi siempre el tendido 7, nuca se vió denostado antes de las actuaciones de las figuras, aunque sí después, en algunos casos. Las palabras más duras se las dedicaron Ortega Cano, El Fundi, Morenito de Maracay, Boni, Oliva, De la Viña y Cuéllar. Otros diestros, la mayoría de corte artístico, defendieron al 7, destacando en este aspecto Sánchez Puerto, José Luis Parada, Pepe Luis Vázquez, El Inclusero y Javier Vázquez.
El matador que más cambió su opinión del público de Madrid a lo largo de la temporada fue Ortega Cano. Señalaba el 19 de febrero, vísperas de un festival, que todo lo que era se lo debía a Madrid. En cambio, tras la corrida de la Prensa, comentaba: "El público de Madrid me odia". Su colofón fue al término de su única corrida en la feria de Otoño, cuando dijo que estaba meditando no volver más a Madrid.
Babelia
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