La CSCE de París consagrará el nuevo orden europeo
La caída del muro de Berlín supuso, hace un año, el final simbólico de la división del Viejo Continente, y a partir de mañana, en París, la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los 34 países que integran la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) va a consagrar política y jurídicamente ese nuevo orden. De ahí que la reunión sea considerada por el ministro español de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, "como, probablemente, la más importante desde las conferencias interaliadas que diseñaron la configuración de Europa después de la II Guerra Mundial".
Para los occidentales, la CSCE debe ser el motor de la democratización de Europa del Este, proporcionando una clara referencia a algunos ex países satélites algo desorientados tras su salida de la órbita soviética y el foro donde los Estados europeos aclaren sus sospechas sobre la actividad militar de su vecino o resuelvan pacíficamente sus conflictos sobre fronteras."La superación de la división del Viejo Continente", comentaba un diplomático español, "recrea una situación algo parecida a la que prevaleció en vísperas de la I Guerra Mundial (1914-1918), y la CSCE es el instrumento que debe impedir que se reproduzcan conflictos como aquellos a os que podría dar lugar una creciente inestabilidad en los Balcanes".
Más que un foro de discusión, la cumbre de la CSCE será una reunión de aprobación de los documentos previamente elaborados y pactados por los expertos. Justo antes de que se abra hoy la reunión de 22 países miembros de la OTAN y del Pacto de Varsovia, cuya estructura militar será liquidada en 1991, firmarán primero el acuerdo sobre desarme convencional (CFE) y una declaración de no agresión.
Antes de despedirse, el martes, los mismos jefes de Estado o de Gobierno y los de los 12 países neutrales europeos suscribirán una Carta Europea, especie de Constitución del Viejo Continente, que recopila las libertades y derechos humanos fundamentales que deben prevalecer en "la nueva era de democracia, paz y libertad", y a continuación establece un código de conducta para las nuevas relaciones entre vecinos europeos. Los 34 adoptarán también ese día unas medidas militares de confianza (véase EL PAÍS del 17 de noviembre).
Tres instituciones permanentes
Para encauzar este nuevo orden, la cumbre creará tres instituciones permanentes que figuran en el anexo de la Carta Europea y dos de las cuales tendrán su sede en capitales centroeuropeas como premio a su conversión democrática. La primera será el secretariado, con una decena de funcionarios, que se instalará en Praga una vez resuelta, el miércoles, la objeción de Liechtenstein gracias a la promesa del ministro checoslovaco de Exteriores, Jiri Dienstbier, de establecer relaciones diplomáticas con el Principado y de examinar la devolución de las propiedades reales incautadas en 1945.
La segunda institución será el Centro de Prevención de Conflictos, con sede en Viena y compuesto de un secretariado y un comité consultivo integrado por los jefes de delegaciones de los 34 países (véase EL PAÍS del 17 de noviembre). La tercera será una Oficina para Elecciones Libres, ubicada en Budapest tras la derrota de la candidatura de Copenhague. Los líderes europeos que se darán cita cada dos años a partir de ahora -la próxima cumbre tendrá lugar en Helsinki en 1992- y sus ministros de Exteriores, que se reunirán anualmente, tendrán una sola oportunidad de discutir a solas, el martes por la tarde, sobre la actualidad la crisis provocada por la invasión iraquí de Kuwait.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.