_
_
_
_
Crítica:POP
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Laurie en el país de Anderson

La vanguardia engendra sus propias paradojas. Hace 15 años, Mikel Laboa ya actuaba por Euskadi con planteamientos similares a los que hoy ofrece en su gira española Laurie Anderson. Solo en el escenario, Laboa se lanzaba de un micrófono a otro cantando, gritando y recitando. Sola en escena, Anderson canta, grita y recita.Mikel Laboa es vasco, sus medios técnicos se limitaban a una guitarra y un magnetófono, y es cantautor. Laurie Anderson es norteamericana, utiliza la tecnología más avanzada y es vanguardia. En definitiva, ambos representan el enfrentamiento de dos artistas con el libre ejercicio de su imaginación sin cortapisas ni etiquetas.

Papanatismos aparte, el recital de Laurie Anderson en Madrid fue serio, riguroso y natural. Diez pantallas de vídeo; otros tantos micrófonos que filtraron la voz de la cantante haciéndola sonar en femenino, masculino, neutro y hasta en polifónico; diversos teclados, un violín y cintas pregrabadas formaron el equipaje de su último espectáculo, Empty places (Lug, ares vacíos).

Laurie Anderson (voz, teclados, violín, percusión electrónica)

Aforo: 700 personas. Precio: 2.500 a 3.500 pesetas. Palacio de Congresos y Exposiciones. Madrid, 14 de noviembre.

La actuación de la norteamericana tuvo el mérito del esfuerzo y la profesionalidad. Caritó y narró casi todo el repertorio en un castellano más que aceptable, se preocupó en comunicar e intentó acercar al público madrileño temas estrechamente conectados con la realidad norteamericana.

Reagan, Bush, el conservadurismo, la segregación racial, la discriminación de la mujer y la censura fueron sus blancos. Robert Mapplethorpe, Walter Benjamin y William Borroughs, sus flechas en un recital de alto contenido ideológico, aunque de relativo interés en unos textos directos y poco sutiles.

La preocupación de Laurie Anderson por la originalidad tímbrica salvó en parte, nunca en su totalidad, el alejamiento que produce la música pregrabada, y la veracidad de la norteamericana permaneció a salvo por la honestidad en su utilización. Así, acompañó canciones de su último disco, como las magníficas Strange angels e Hiawatha, sólo con un teclado, enriqueciendo la sencillez musical con una magnífica utilización de las imágenes.

Sorprendente por la adecuación entre música, palabra e imagen, Laurie Anderson aburrió en algunos momentos por su monotonía, aunque el recital alcanzó momentos de gran intimidad y expresión, permitiendo descubrir algo de su mundo y participar en el viaje de Laurie al país de Anderson.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_