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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una herencia desastrosa

EN MENOS de una semana, tres personas han fallecido en España a causa de derrumbamientos de construcciones. En el barrio barcelonés del Turó de la Peira, una mujer murió al desplomarse todo un edificio. En Santiago de Compostela y en Moral de Calatrava (Ciudad Real), las víctimas lo han sido por desprendimientos parciales. En estos dos últimos casos, a la espera de los resultados de la investigación, podría tratarse de una imprudencia homicida.No es preciso hacer un gran esfuerzo de memoria para recordar casos en los que el afán de enriquecimiento rápido propició, con la connivencia de las autoridades correspondientes, la construcción de viviendas -generalmente calificadas de "sociales"- sin las mínimas garantías de habitabilidad. En Madrid, la barriada de San Cristóbal de los Ángeles tuvo que ser desalojada en bloque para reforzar los cimientos. Sin embargo, el caso barcelonés del Turó de la Peira desvela un drama que puede repetirse en el mismo barrio y en otras ciudades: una nueva, trágica y no contabilizada herencia del franquismo.

El hundimiento del edificio barcelonés ha permitido advertir que otras 5.000 viviendas del barrio están construidas con los mismos materiales -de pésima calidad- que el edificio siniestrado, cuyas vigas apenas han podido soportar 35 años de vida. El franquismo amparó un crecimiento que provocó el anárquico engorde de ciudades industriales con el único objetivo de almacenar mano de obra. El precarlo cobijo de esta ciudadanía se hizo tolerando la especulación y sin ninguna disciplina urbanística ni constructiva que permitiese una mínima habitabilidad de estos albergues. Ahora, los municipios democráticos se encuentran con una factura añadida, que debería repercutir en los beneficiarios del negocio y no en el contribuyente inocente. Porque la especulación, en estos casos, no sólo es inmoral: se revela homicida.

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