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Tribuna:UNA ÉPOCA DE DANZA
Tribuna
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El otro Siglo de Oro

Conmemoramos casi cada día centenarios ilustres: puestos los grandes nombres unos junto a otros, se dibujan unas generaciones que se enlazaron, se influyeron, se admiraron -o se comprendieron mal entre sí-, que empiezan a verse como lo que probablemente se considerará mas adelante, como un segundo Siglo de Oro. Al evocar a Antonia Mercé, La Argentina, surgen enlazados otros nornbres: Manuel de Falla, Luis Galve -su pianista, excelente intérprete de los impresionistas-, Enrique Granados, Pastora Imperio, Vicente Escudero, Miguel de Molina -los tres estrenaron con ella en España, años después que en París, El amor brujo-, Max Aub -Iba a fundar con ella, patrocinados por Azaña, una escuela nacional de danza-, Néstor (de la Torre: escenógrafo, pintor... ), José María Sert, Albéniz, Bacadsas, Ravel, Turina, Arbós; y los músicos republicanos: Esplá, Bacarisse, Halffter...Lorca, naturalmente. El recuerdo al que yo alcanzo es el de los palillos de Antonia Mercé en la radio -y el respeto que inspiraba en casa cuando se oían- y el de las canciones populares armonizadas por Lorca: los romarices conmovidos, finos, sentimentales, hondos. Que se enlazan con otro gran nombre de la época, el de Menéndez Pida¡, recolector del rorriancero y su espléndido anotador.

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Todas esas generaciones juntas, que cubren una larga época que comienza el siglo pasado y se revive ahora como se puede por la resurrección de los que estuvieron prohibidos en el tiempo negro -Antonia murió el mismo día en que estalló la funesta sublevación que se convirtió en franquismo-, tuvieron como denominador común un nacionalismo popular, uña busca en las entrañas del pueblo para hacer de ello una especie de ascensión cultura]. Desde Falla -metido, claro, en el gran nacionalismo musical de Europa, con Stravinski y los Ballets Rusos: escenógrafo., Picasso- hasta, naturalmente, Lorca, sin citar al fabuloso Alberti romancero y coplista, o poeta de la calle, como se nombró él mismo.

Claro que se puede hacer un censo de nombres y obras mayores y menores, que constituyeron, repito, algo más de una generación -la que simbolizamos justamente en torno a la Institución Libre de Enseñanza y a la residencia de Pinar, pero también desde mucho antes-, que algunos entusiastas pueden considerar como muy superior a la del Siglo de Oro propiamente dicho: pero no hay por qué comparar sociedades, culturas, fragmentos de historia, poderes dominantes. Antonla Mercé fue saliendo del pueblo: de corista de danza en la ópera del Real, de racionista en Apolo, de tonadillera y bailari na en losfines deflesta (le los cines, hasta figura universal: sin abandonar nunca ese espíritu que la nutrió.

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