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El fetichismo de la modernidad

El sociólogo Jesús Ibáñez recuerda el comentario de uno de sus familiares: "Lo que más le extrañaba no era ver a los yuppies y a los ejecutivos acudir a los establecimientos de hamburguesas, sino la cara de alegría con la que entraban". ¿Una moda o un impuesto económico?" Las dos cosas", reflexiona este experto en análisis de mercados, catedrático de Métodos y Técnicas de Investigación Social de la Universidad Complutense. "Hay una razón económica, en parte razonable, porque es muy difícil evitar la presión de las multinacionales. Pero también responde al fetichismo de la modernidad: una identificación con las modas que hace al que come hamburguesas sentirse superior frente al obrero con un bocadillo de jarnón", añade el sociólogo y universitario.Colonización

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Para Jesús Ibáñez, la colonización a través de los hábitos alimentarios "no es más que un grano de arena en una montaña", un pequeño ejemplo de cómo las culturas trasnacionales "van aprisionando y destruyendo a las culturas locales". Y desde esta perspectiva entiende que sólo existen dos tipos de líneas políticas: "La socialdemócrata, que hace lo posible por preservar los mercados internos, y otra liberal, como la que ejerce nuestro Gobierno, que deja salvajemente que el colonialismo anglosajón vaya inundándolo todo".

El sociólogo es optimista, no obstante, frente a las resistencias que opone España a la hora de abandonar la "cultura del botijo". Cree que, por el momento, las delicias y locales de la comida rápida tan sólo logran atrapar a los niños, "los más expuestos a la contaminacion publicitaria", advierte.

Confia, a pesar de todo, en que mientras quede un obrero con la tartera bajo el brazo podrá conservarse la calidad espiritual de comer y beber en torno a una mesa y evitarse "no sólo la premura, sino también la cutrez de los locales de comidas rápidas".

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