Una injusticia única

En la noche del 13 de abril de este año, Begoña Mier Guerra, pastora y vecina de Bulnes, un pueblo del concejo (municipio) asturiano de Cabrales, sintió los dolores que anunciaban un parto prematuro, lo que hacía necesario su traslado urgente a un hospital de Oviedo, ciudad sita a unos 100 kilómetros de distancia.Bulnes es un pueblo que se halla situado a una hora y media de camino de la carretera más cercana, y su único acceso es una senda por la que sólo pueden transitar las personas y las caballerías y que se encuentra muy estropeada, entre otros motivos por el continuo paso de turistas. Este invierno se mató en ella un vecino de Bulnes.

Acompañada por otros tres vecinos, Begoña tuvo que recorrer este peligroso y estrecho camino a pie, a las tres de la madrugada y mientras llovía a mares y casi nevaba.

Que suceda esto en 1990 y en Europa occidental es un hecho indignante que espero haga reflexionar a los que impiden que a Bulnes llegue una carretera, como desean casi todos los asturianos.

Pero aún es más vergonzoso que mientras los accesos a Bulnes son pésimos, en el territorio de su parroquia se están realizando desde hace años faraónicas obras turísticas: caminos innecesarios que destrozan el paisaje y refugios gigantescos en plenos Picos de Europa. Muchos montañeros, los supuestos beneficiarios, desaprueban este tipo de obras, que además no interesan a los vecinos de Bulnes, casi todos pastores.

Como se ve, en Asturias reina la injusticia. Pero la burocracia sí funciona eficazmente: los vecinos de Bulnes, pese a no gozar de derechos, tienen que pagar los mismos impuestos que los habitantes de otros pueblos-