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Atrincherados en 14 frentes

P. M.La guerra contra el proteccionismo que se propuso librar la Ronda Uruguay del GATT con diciembre de 1990 como fecha límite tiene abiertos un total de 14 frentes en tres grandes campos de batalla. La trinchera mejor defendida es, sin duda, la agricultura, pero tampoco son inofensivos los cañones que defienden el textil, la propiedad intelectual, los servicios o las normas anti-dumping.

Agricultura y textil forman parte del primero de los tres campos de batalla, el que intenta facilitar el acceso al mercado de todos los productos. En agricultura es la Comunidad quién no parece dispuesta a ceder, mientras que en el textil Estados Unidos defiende el mantenimiento de la situación actual (definida en el acuerdo multifibras) y la Comunidad Europea propone un mantelamiento gradual y progresivo de las barreras comerciales sobre productos textiles hasta llegar a la total liberalización en un plazo de entre seis y 10 años. EE UU sólo parece dispuesto a aceptar ese desmantelamiento gradual en acuerdos bilaterales país por país.

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El problema más inmediato de esta liberalización, para el mundo desarrollado, es la habilidad de los países en desarrollo para comercializar grandes firmas -como Gucci, Loewe o Dior- con el único inconveniente de que son buenas falsificaciones. ¡Y así no hay quien compita! La contrapartida aquí -y en todos los campos en los que la apertura del mercado puede enfrentarse con un problema de competencia desleal- es asegurar que todos van a jugar con las mismas reglas, y que éstas son inamovibles.Normas y disciplina

Esas reglas y la garantía de que imperará la disciplina son el segundo campo de batalla. En la actualidad, la cláususla de salvaguardia contenida en el artículo 19 del GATT convierte en absolutamente inoperante cualquier intento de mantener un juego con reglas precisas. Para sancionar a un país hace falta el respaldo por unanimidad de los países miembros, y pocos infractores apoyarían una multa contra sí mismos. Además, el artículo 19 cuenta con el respaldo de su antecesor, el artículo 18, que permite reintroducir restricciones cuantitativas a la importación a cualquier país con problemas de balanza de pagos; y son pocos los países en desarrollo (e incluso desarrollados) que no sufren este problema.

Las trincheras de este segundo campo están también defendidas por políticas de subvenciones que no soportan la sujección a un código estricto. Precisamente éste es un tema prioritario para EE UU y extremadamente espinoso para la Comunidad Europea. No son desdeñables tampoco, en este mismo campo, las las medidas anti-dumping que deben acordarse para evitar la competencia desleal, pero Japón -acompañado de sus tigres de lejano oriente- no quiere ni oir hablar de una actualización de las mismas, y las actuales técnicas de producción se saltan sin dificultad las existentes.

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