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LA VISITA DEL LÍDER SOVIÉTICO

Raísa demostró su afición por el contacto con la calle

Raísa Gorbachova demostró ayer en su primer día de viaje oficial a Madrid su afición por el contacto con la gente de la calle. La mujer del presidente de la URSS no se quiso circunscribir únicamente a la visita al Museo del Prado e hizo dos altos en el camino. El primero fue la Plaza de España, donde contempló el monumento a Miguel de Cervantes, y posteriormente una visita a la parte vieja madrileña, con copa de vino incluida en un típico bar de la Plaza Mayor. Allí preguntó al concejal Ángel Matanzo si se seguían celebrando corridas de toros en dicha plaza y si desde los balcones todavía se podía ver el espectáculo.La esposa de Gorbachov, que utilizó una vestimenta distinta a la de su llegada para su programa vespertino, visitó por espacio de una hora y cuarto, acompañada por la Reina; el ministro de Cultura español, Jorge Semprún, y el director del Museo, Alfonso Pérez Sánchez, las dependencias del Museo del Prado y el Casón del Buen Retiro.

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Raísa, con traje de chaqueta de espiguilla negra, camisa del mismo color y bisutería plateada, demostró en su recorrido por el museo su especial impresión ante el cuadro de Las Lanzas, de Velázquez, y antes de que le explicaran nada, comentó el enorme simbolismo moral y la nobleza de que los vencedores y vencidos aparecieran en un mismo plano.

Los más importantes cuadros de El Greco, Goya y Velázquez formaron parte del recorrido de Raísa, que atendió interesada las explicaciones que le hacía en castellano el director del Museo y que le eran traducidas al ruso por una intérprete. Su primera parada en el Prado fue ante la Madonna Litta, un cuadro de Leonardo Da Vinci propiedad del museo Ermitage de Leningrado y que se encuentra en el Prado por espacio de dos meses.

Raísa, fascinada ante los cuadros del recorrido, mantuvo un permanente vaivén de adelante atrás para tener mejor perspectiva y contemplar los detalles de las obras. Se deleitó con Las Meninas, de Velázquez, momento en el que pidió a los fotógrafos y cámaras de televisión que apagaran los focos para poder contemplar mejor el cuadro, y se sentó, junto con la Reina, en un banco ante La Familia de Carlos IV, de Goya.

Tras la visita al Prado, la esposa de Gorbachov se acercó al Casón del Buen Retiro, para ver El Guernica, de Picasso, del que destacó el dramatismo y simbolismo político que representaba.

No dejó de sonreir

El director del Prado le explicó las razones del blindaje del cuadro, por temor a atentados políticos, aunque inmediatamente le anunció su próximo desmantelamiento, después de 10 años de exposición. Fue a la salida del Casón del Buen Retiro, y ante los gritos de un grupo de estudiantes que coreaban el nombre de Raísa, Raísa, cuando la mujer de Gorbachov, que no dejó ni un momento de sonreir, rompió otra vez el protocolo.

Con un signo de invitación a la reina Sofía, se acercó para departir con ellos y saludarles, lo que provocó momentos de confusión y nervios de los servicios de seguridad.

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