España considera a la URSS como país del Tercer Mundo en su relación económica
España mantiene con la URSS la típica relación de un país industrializado con uno del Tercer Mundo, y la recesión que atraviesa la economía soviética tiende incluso a acentuar este aspecto. El 75% de las importaciones españolas del país de los sóviets son materias primas, mientras el grueso de las exportaciones son productos que incorporan un mayor grado de tecnología.
La liberalización de la economía puesta en marcha por Mijaíl Gorbachov ha supuesto hasta ahora un incremento de las exportaciones españolas -aumentaron en un 32,3% en el primer semestre de este año-, mientras el declive de la producción soviética se traduce en una disminución de sus exportaciones hacia la Península, que entre enero y julio se redujeron en un 8%. Aun así, España tiene con la URSS un acusado déficit comercial.España compra ante todo a la URSS combustibles minerales (68% de sus importaciones) y níquel en bruto y, según comentó el secretario de Estado de Comercio, Apolonio Ruiz Ligero, desearía sustituir en parte el crudo iraquí por soviético, un propósito muy difícil de cumplir porque el estado ruinoso de los equipos industriales provocó, en los nueve primeros meses de este año, una caída de la producción de petróleo de 6,3 millones de toneladas.
Más diversificadas, las exportaciones españolas consisten principalmente en reactores nucleares, calderas, máquinas, aparatos mecánicos, fundición de hierro y acero, y productos químicos orgánicos, pero siguen siendo escasas comparadas, por ejemplo, con las de Italia, casi ocho veces superiores a las de España.
Esta relativa debilidad es achacada por el Ministerio de Comercio español a la mala imagen del producto made in Spain y, sobre todo, a la falta de una línea de crédito española que permita a la URSS abastecerse en España. Este problema no quedará del todo resuelto con motivo de la visita de Gorbachov. El viernes ambas partes suscribirán una declaración financiera, pero no firmarán todavía la concesión de un crédito español en condiciones de mercado por valor de casi 100.000 millones de pesetas porque los soviéticos pretenden disponer libremente de él, mientras los españoles desean que sirva para que compren sus productos.
Si España presta este dinero y firma también los acuerdos de cooperación industrial que Moscú desea concluir, algunos proyectos importantes podrían recibir un impulso decisivo, como la planta de curtido de vacuno que Emex-Proco intenta vender al Ministerio de Industria Ligera de Armenia, por valor de 12,000 millones de pesetas,
De calzado a lencería fina
Desde que en enero de 1987 el Consejo de Ministros de la URSS aprobó un decreto sobre creación y actividad de empresas mixtas, han nacido 19 sociedades hispano-soviéticas y otras 30 están en proyecto.
Estas sociedades abarcan los más variados campos de la actividad industrial y de servicios, desde la fabricación de aluminio hasta la de galletas y salchichas, pasando por el asesoramiento en peletería, según señala el Ministerio de Comercio español.
La rigidez de ese primer decreto en materia de repatriación de divisas y la estipulada ciudadanía soviética del presidente y director general de la empresa mixta, apenas incitaron a los españoles a invertir en la URSS en 1987. Pero al año siguiente la liberalización de las condiciones de creación de sociedades mixtas atrajo capitales españoles por valor de 3.419 millones de pesetas.
Los primeros síntomas de recesión de la economía soviética supusieron, el año pasado un descenso de la inversión española, que fue de tan sólo 2.062 millones y en el primer semestre de este año la tendencia se acentuó con tan sólo 244 millones.
Entre las empresas mixtas ya constituidas destaca, por el volumen de la inversión, Sovkelme, con cinco plantas de fabricación de calzado deportivo que deberán producir hasta 10 millones de pares anuales, y en la que la española Kelme se ha gastado hasta ahora 1.435 millones de pesetas y podría llegar a invertir hasta 3.430 millones.
Entre las empresas hispanosoviéticas que están por crear, la catalana Freixenet quiere producir cava en Georgia; ChupaChups, caramelos; las cadenas hoteleras Sol, Meliá y Scala barajan proyectos de construcción y gestión de hoteles de lujo, y Dogi-Belcor tiene la intención, si resuelve el problema de la carencia de divisas para la adquisición de materias primas, de fabricar lencería fina en Riga, Eriván, Minsk y Voroshilovgrad.
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