El grito
Escenografía de una conmemoración póstuma en Euskalduna
Mientras sonaba el Eusko gudariak, el himno de los soldados vascos, unos jóvenes bilbaínos lanzaban ayer, frente a las ruinas de los viejos astilleros de Euskalduna, bajo el puente de Deusto, el grito con el que los antiguos vascos llamaban a la batalla. Al final, uno de esos jóvenes, un muchacho apenas salido de la adolescencia, con las patillas recién afeitadas, pálido y frágil, lanzó el cuarto gora (viva) tradicional en las conmemoraciones abertzales: el "gora ETA militarra".
Fue un acto póstumo celebrado para conmemorar que aquí estuvo Euskalduna, los astilleros vascos cuyo anuncio de cierre desencadenó batallas campales entre 1984 y 1988. Ahora, Euskalduna, un conjunto de edificios semiderruidos, es un símbolo más de los abertzales.Tanquetas y tiragomas
En esta ocasión no sólo han querido conmemorar la lucha de Euskalduna, sino la muerte de un trabajador, Pablo, que "un famoso 23 de noviembre de 1984 dejó su vida" enfrentado en lucha desigual con la policía de Madrid, como recordó un compañero suyo.
Fue una lucha desigual: al narrarla parecía que, en efecto, se describía una batalla: "Ellos tenían tanquetas y fusiles y nosotros teníamos tiragomas", gritaba en el acto Felipe Fernández, que había sido miembro del comité de empresa de Euskalduna. "Y, claro, perdimos". Pero ni él ni los demás estaban allí "para conmemorar derrota alguna, sino para reivindicar aquella lucha".
La lucha es contra el capitalismo español, que recibe el apoyo del PNV, "que se tragó el sapo de Euskalduna". Ha acudido poca gente "porque los compañeros trabajan", pero tienen un invitado que va a elevar la temperatura. Es Jon Idígoras, parlamentario de HB, candidato en las elecciones vascas. Viene a dar "una charla", y la festonea de calificativos conocidos referidos al Gobierno vasco ("Gobierno vascongado", dice, porque el adjetivo es ahí peyorativo en el lenguaje de HB) y al Gobierno de Madrid: "Estómagos agradecidos, garbanceros". Al final, los tres goras: a la Euskadi libre, a la Euskadi socialista y a Herri Batasuna.
Idígoras termina los discursos públicos con los tres goras indicados. En el acto del viernes,que era póstumo, no faltó la oportunidad para el cuarto grito. Colocaron una corona de claveles en la puerta desvencijada de Euskalduna. Mientras colocan el ramo comienza el Eusko Gudariak, los chicos entonan el grito de guerra, el irrintzi, y, al final, el muchacho pálido lanza el último gora, que convierte la explanada de Euskalduna en un clamor.
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