Los escándalos de Interior
La salida de Luis María Retolaza del Departamento de Interior del Gobierno vasco vino precedida de dos escándalos que todavía colean: las escuchas telefónicas a Carlos Garalkoetxea, presidente de Eusko Alkartasuna, descubiertas el 22 de agosto de 1986, y las irregularidades y enchufismos en la admisión de los agentes.El primero de ellos ya ha arrastrado al ex consejero por los pasillos de un juzgado de San Sebastián para declarar por su implicación en los hechos. Un grupo de operaciones especiales pinchó el teléfono de Garaikoetxea en Zarautz en pleno proceso de escisión del PNV y de creación de EA. El segundo fue la puntilla para la salida de Retolaza, aunque quedó diluido por el apoyo que el PNV encontró en el PSE-PSOE, al negarse a permitir una comisión investigadora en el Parlamento de Vitoria.
Meses después, Juan Lasa accedía a una silla que no iba a dejar de temblar por la diferencia de peso. El intento de aperturismo inicial causó todavía más problemas. Si entonces, cuando Retolaza estornuá-aba todo el departamento se resfriaba, ahora todavía hay gente que saca el pañuelo para sonarse la nariz.
El caso de las tragaperras fue el nuevo capítulo. Ahora son los tribunales los que tienen que decidir la implicación del departamento. La denuncia y las investigaciones de la prensa y varios partidos políticos hablan de concesión ilegal de licencias de máquinas de juego, las conocidas tragaperras.
Una de las dudas que tendrán que resolver los magistrados es el camino que recorrió el dinero recaudado por la emisión de las licencias ¡legales, que podrían haber sido vendidas a unas 600.000 pesetas cada una.
Por otra parte, el Tribunal Superior de Justicia de Euskadi ha dado la razón a los sindicatos al negar al Departamento de Interior potestad legal para llenar determinados cargos por la vía de la libre designación.
Interior ha sido el departamento polémico por excelencia durante la pasada legislatura. Sólo queda saber cuál será la apuesta del PNV, de confirmarse su ascenso electoral, frente a una consejería que ha demostrado tener motivos suficientes para asustar a cualquier Gobierno.
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