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SEMANA DE CINE DE VALLADOLID

El dramaturgo Tom Stoppard presenta su filme 'Rosencrantz y Guildenstern han muerto'

, Tom Stoppard, el autor y director teatral cuya ópera prima cinematográfica, basada en su obra de teatro Rosencrantz y Guildenstern han muerto, obtuvo el León de Oro del Festival de Venecia y abrió el viernes la Semana Internacional de Cine de Valladolid, no se considera director de cine pese a este éxito. "Por pura evidencia lingüística, sí lo soy, pero no creo que dirigir una película convierta a nadie en director de cine", afirmó en una conferencia de prensa celebrada ayer.

En esta reunión pudo comprobar que el concepto hispano de la puntualidad es muy distinto al británico. Stoppard llegó a la hora convenida, pero se encontró sólo con cinco o seis periodistas. El retraso no influyó en su buen humor ni en su amabilidad y ganas de hablar. La noche anterior también fue el principal protagonista de la gala inaugural del certamen."Un director es quien interpreta a los demás", aseguró el dramaturgo británico, "y eso para mí no tiene interés; me interesa escribir y hacer un seguimiento de mis obras, es decir, escribir un buen guión para una buena película y dirigirme después a mí mismo".

Stoppard, guionista de películas como El factor humano, de Otto Preminger; El imperio del sol, de Steven Spielberg, y Brazil, de Terry Gilliam, parece estar un poco cansado de que le pregunten por las diferencias que ha hallado entre el teatro y el cine: "Todo el mundo se interesa por el proceso experimentado, pero nadie me pregunta por lo más interesante: la ambientación. En teatro todo está en función del público y todo discurre en un plano intermedio. Eso impide planos de detalle o el aprovechamiento de los gestos de los actores. Al pasar al cine te das cuenta de que puedes ejercer mayor vigor y profundidad visual sobre cualquier parte del texto".

Para ilustrar su afirmación contó que a sus colaboradores les costó mucho esfuerzo convencerle de que introdujera un plano determinado. "Y ahora, cada vez que lo veo, doy gracias por haber aceptado las sugerencias", dijo.

Esta anécdota es un botón de muestra de su filosofía de trabajo: la búsqueda de buenas relaciones con todos los que participan en el rodaje. "Me he llevado bien con los directores con los que he estado como guionista, incluso con Preminger, que tiene cierta fama de maleducado. Creo que las relaciones sólo serán tensas si alguna parte se porta de forma tiránica. Como guionista, tengo claro que siempre hay que estar al servicio del director. Si el guionista no se da cuenta de esto no hay nada que hacer".

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