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La guerra de España de los poetas de las islas

Homenaje a los escritores ingleses e irlandeses muertos por la República

A la guerra de España acudieron tantos escritores que llegó a ser conocida como la guerra de los poetas, en una tramposa idealización. De las islas, esto es, el Reino Unido e Irlanda, llegaron, en auxilio de la República, algunos de los mejores del siglo: poetas como Auden o Stephen Spender y visionarios como George Orwell, que dejaron páginas verdaderas sobre la guerra civil. Por lo menos cinco de esos poetas murieron. En recuerdo de ellos fue descubierta ayer una placa en la Residencia de Estudiantes de Madrid, con la asistencia del poeta David Gascoyne, en el primero de lo que será una serie de homenajes organizados por el British Council. También asistieron Hugh Thomas e Iris Murdoch, entre otros.

Camilo José Cela dedicó su San Camilo 1936 "a los mozos del reemplazo del 37 ( ... ) y no a los aventureros foráneos, fascistas o marxistas, que se hartaron de matar españoles como conejos y a quienes nadie había dado vela en nuestro propio entierro".También ellos murieron. Aventureros o no, de los 2.762 británicos que combatieron con las Brigadas Internacionales murieron 543 y sólo 456 no sufrieron alguna herida, sin contar las heridas, agravadas por la derrota. David Gascoyne, de 74 años, que con una cálida voz de tenor leyó ayer impecablemente una Elegía sobre España, de George Baker, comentó que a España había llegado con optimismo y aquí comenzó "su desilusión", al comprobar las banderías. "Posiblemente una de las causas de que la República perdiera la guerra", dijo.

La novelista Iris Murdoch habló con emoción de la guerra de España. "A fin de cuentas, esa fue nuestra juventud". Tres jornadas sobre Poesía hispano-británica de la Guerra civil se desarrollarán de lunes a miércoles en la universidad Complutense de Madrid. Gascoyne recitará el lunes a las 19.00 en la Residencia.

Considerada como la última gran causa, la guerra de España convocó a numerosos europeos y americanos, que creyeron que ahí se libraba no sólo el futuro de Europa sino el de las ideas políticas. Algunos de los combatientes .internacionales fueron famosos: Hemingway, Malraux, Koestler, todos ellos autores de testimonios conocidos, y George Orwell, que vivió en España experiencias fundamentales para su obra. Al menos cinco de los mejores escritores jóvenes de las islas quedaron enterrados en España: El novelista y crítico comunista Ralph Fox; John Cornford, de 22 años, uno de cuyos poemas, Carta de Aragón, fue leído ayer en la Residencia por su nieto Thomas -"...Dimos tierra a Ruiz en un ataúd de pino / pero la mortaja era tan pequeña que los pies recién lavados sobresalían..."-; Christopher St John Sprigg, brillante crítico marxista; el poeta irlandés Charles Donnelly, y Julian Bell, sobrino de Virginia Woolf.

Barbarie y derrotismo

Stephen Spender escribió en 1938 a propósito de John Cornford: "Es inmensamente significativo, no sólo porque era joven y valiente, sino porque vivió y murió con el coraje de una determinación que llega mucho más lejos que él mismo, y que vence de una forma efectiva la barbarie y el derrotismo de nuestro tiempo". Ayer, Hugh Thomas y el poeta Antonio Martínez Sarrión hablaron de este poeta legendario, visto como un héroe épico, explicó Martínez Sarrión, por losespañoles que lo descubrían desde la mediocridad franquista.

La lista de los escritores de las islas que acudieron en auxilio de la República incluyó a poetas mayores como Auden o Spender, el surrealista David Gascoyne, Ewart Milne, poeta irlandés, o el pintor y poeta Clive Branson, preso ocho meses en un campo de concentración franquista.

Pedigrí

Guerra de poetas, guerra fotogénica, o última gran causa, es incuestionable que la inmensa mayor parte de los intelectuales que viajaron a España lo hacían en defensa de la República. La muerte de García Lorca había sido no sólo un crimen sino también un error de los fascistas, que, en palabras del antólogo Valentine Cunningham, principal responsable de este encuentro, "habían mostrado su pedigrí".

Símbolo de esta implicación de los escritores fue el célebre congreso de intelectuales, visto como un acontecimiento por algunos y como "un circo" por otros, como el británico Stephen Spender, que participó en él. La República, como explica Cunningham, favorecía el apoyo de intelectuales como una forma de .sentirse menos solos" y, también, como una forma de presionar a los gobiernos francés y británico para que terminaran con el embargo de la venta de armas.

Procedentes de una sociedad en la que hasta el acento traiciona la clase social, los testimonios de los escritores británicos de izquierda dan cuenta de su entusiasmo por encontrar ciudades en las que habían desaparecido los burgueses, donde no existía el don y ni siquiera el señor y, como recuerda Orwell, donde estaba prohibida la propina por ley.

Un grupo de escritores habían hecho un llamamiento a los escritores de las islas para que tomaran partido, pues, decía un romántica llamada con el estilo de Auden, "ya no es posible no tomar partido". Frente a las 127 respuestas que apoyaban a la República, sólo hubo cinco en contra. Entre éstas, la de Evelyn Waugh: "No soy un fascista y no lo seré a no ser que sea la única alternativa al marxismo. Es pérfido sugerir que esa elección sea inminente". Samuel Beckett escribió: "Viva la República".

Sólo una parte de los poetas de las islas se sintió defraudado por la guerra de España, por la rudeza causada por las banderías republicanas y las mentiras agazapadas a la sombra de los idealismos. Según dijo ayer Cunningham, en la guerra de España la izquierda, rabiosamente pacifista desde la Primera Guerra Mundial, recobró un sentido del heroísmo que perdió con la derrota. Se notó en la siguiente Guerra. Ya no volvieron a escribir "poemas heroicos".

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