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Entrevista:

"Hoy no es posible el pluripartidismo"

Comunista desde mucho antes de que Fidel Castro hiciera pública su profesión de fe política, Carlos Rafael Rodríguez es el único superviviente en la actual cúpula cubana del marxismo ortodoxo anterior a la revolución. Vicepresidente del Consejo de Estado y virtual número tres del régimen, a sus 78 años no parece que el derrumbe del socialismo en el este de Europa haya abierto ninguna fisura en sus convicciones revolucionarias. Todo lo más, asume con naturalidad que les va a tocar vivir una etapa más dura, con más apuros económicos, pero sin que ello les haga revisar en profundidad las bases del régimen, que por lo demás considera ejemplarmente democráticas.

Pregunta. ¿Cómo se ve desde Cuba el desplome de los regímenes comunistas del este de Europa?Respuesta. Para Cuba significa poco menos que una tragedia. Nadie pensaba que ese iba a ser su destino, aunque conocíamos las debilidades del socialismo en esa parte del mundo. Recuerdo que en 1973, cuando Fidel Castro hizo un viaje por la Europa socialista, se sorprendió de que en vez de intentar resolver las necesidades básicas de la población estuvieran preocupados por emular las condiciones de vida de los países capitalistas de Europa. Esa falta de atención al ser humano ha motivado una crisis profunda que se manifestó tan pronto como tuvieron la oportunidad de decir la verdad y pensar en voz alta. Estamos sufriendo la falta de algunos suministros de esos países, pero tratamos de recomponer los antiguos convenios y tenemos noticias alentadoras de Alemania, que estaría dispuesta a asumir algunos compromisos de la hoy absorbida RDA, y de Checoslovaquia, a la que hemos ofrecido 80.000 toneladas de azúcar y nos ha pedido 200.000...

P. Pero van a tener problemas de precios.

R. El azúcar cubano no se rige por lo que Fidel llama el basurero del azúcar, que son los precios de la bolsa, pero la mayoría del azúcar mundial no se comercia con esos precios. Así ocurre con el mercado mismo de Estados Unidos. Los antiguos países socialistas no van a poder competir con Europa y van a tener que buscar mercados como el de Cuba para colocar sus productos, aunque para ello tengan que comprar azúcar a nuestros precios.

Socialismo y democracia

P. En el caso de la URSS van a tener que comprar un petróleo más caro y vender un azúcar más barato.

R. La crisis del Golfo ha disparado los precios, pero el desenlace, que se va a producir en los próximos meses, nos dirá si todos los países del mundo tenemos que pagar el petróleo más caro. Si esta crisis desemboca en una confrontación militar la situación va a ser más grave no sólo para Cuba. Hay la idea falsa de que nosotros recibíamos el petróleo más barato, cuando ha ocurrido justamente lo contrario desde que en 1985 firmamos un convenio quinquenal con la URSS poco antes de que los precios empezaran a moverse a la baja. De modo que ahí todo depende de la crisis del Golfo.

P. El ministro cubano de Cultura, Armando Hart, dijo recientemente: "Ha muerto un tipo de práctica socialista, ha muerto el error de querer desarrollar el socialismo sin democracia". ¿Cuál es el desarrollo democrático que puede tener el régimen cubano?

R. Los países socialistas europeos, fuera de la URSS, no tuvieron un socialismo auténtico derivado de necesidades nacionales, sino determinado por la presencia del Ejército Rojo después de la II Guerra Mundial, que permitió tomar el poder a partidos comunistas muy débiles, sin el respaldo de la mayoría. En la Unión Soviética sí hubo una revolución genuina, con una gran fuerza de masas. Cuba desarrolló su revolución por sus propios medios, sin una intervención externa. Ni siquiera el viejo partido comunista de Cuba dirigió la revolución, la dirigió Fidel con un grupo de compañeros que tenían concepciones revolucionarias, muchas de ellas cercanas al marxismo, pero que fueron desarrollándose hasta convertirse en un ideario marxista. Fidel era un marxista anteriormente, un marxista no confesado y además crítico. Nosotros, con nuestro socialismo auténtico nos diferenciamos profundamente de los países socialistas del Este. Una de las diferencias es la relación entre la dirección y el pueblo. El pueblo ha participado de forma directa en Cuba, como protagonista y como crítico. Ocho millones de ciudadanos discutieron la Constitución en 1974 y 7,8 millones votaron a favor de un texto que consagra al partido como director de la revolución. Sólo 200.000 personas votaron en contra. No ha habido ninguna decisión importante que no haya sido consultada.

P. La Constitución soviética reservaba el monopolio del poder para el Partido Comunista, pero ese artículo ha sido derogado...

R. Pero ese punto no fue discutido por las masas.

P. Fue discutido por el Parlamento soviético.

R. Lo que quiero significar es que en Cuba la participación del pueblo ha sido decisiva en todos los aspectos de la Constitución.

P. Carlos Aldana declaraba hace muy poco que en Cuba sería posible una reforma democrática a cambio del cese de hostilidades por parte de Estados Unidos. ¿Qué entienden ustedes por reforma democrática?

R. Vamos a ver de qué estamos hablando. Nosotros entendemos que en Cuba hay una democracia Hay que distinguir entre democracia y liberalismo, téminos que generalmente se confunden. Lincoln definió muy bien la democracia: "El Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo". Nosotros creemos que en Cuba existe ese Gobierno. La enorme mayoría de la población respalda el proceso revolucionario de una manera muy firme. Cuando en Cuba salieron más de 100.000 personas por Mariel era una cantidad importante que "votaba con los pies", como decía Lenin respecto a los campesinos. Pero esos mismos días se movilizaron seis millones de personas en apoyo a la revolución frente a los que se iban. Fue un referéndum vivo. Esa es la verdadera democracia.

P. Uno de los rasgos fundamentales de una democracia es el respeto a las minorías, el derecho a disentir, incluso a oponerse a un determinado sistema siempre que no se haga mediante las armas. En otras palabras, el derecho a organizarse en torno a unas ideas políticas sin el peligro de terminar en la cárcel. ¿Cabe alguna reforma en esa dirección dentro de Cuba?

R. El respeto a las minorías existe en la revolución cubana.

Conflicto con EE UU

P. Para ser más concretos, ¿podría crearse en Cuba un partido de oposición que defendiera abiertamente el sistema capitalista?

R. Cabría pensar en una hipótesis de ese tipo en el futuro, pero en este momento creemos que por tradición y por necesidad hay que mantener el sistema del monopartidismo. José Martí postuló un solo partido para hacer la revolución. Como instrumento de la revolución el monopartidismo ha sido un instrumento esencial. No se trata de un principio invulnerable, el marxismo reconoce el multipartidismo. El propio Lenin gobernó con los social revolucionarios antes del atentado. En otros países socialistas hubo, bien que desfiguradamente, otros partidos. En Cuba los partidos que existían antes de la revolución desaparecieron. Muchos volvieron, vieron que no tenían futuro y se marcharon. No existía ningún partido que disputara al Partido Comunista Cubano el derecho a dirigir el proceso ni existe ahora en nuestro país un partido seriamente organizado. Es cierto que en el extranjero se han organizado un partido socialdemócrata y otro demócrata cristiano, pero no en Cuba. No existe una fuerza suficiente en Cuba que pueda participar genuinamente en el proceso de discusión del poder. Tendríamos que ser nosotros quienes les apoyáramos. Creemos que la hostilidad de Estados Unidos hace imposible la organización de esos partidos, que se convertirían inmediatamente en promotores de una contrarrevolución al servicio de Estados Unidos. No se trataría entonces de discutir una transformación interna promovida por los propios cubanos, sino de una transformación promovida desde Estados Unidos. Mientras exista esta manipulación norteamericana de la oposición cubana creemos que no debe haber otro partido.

P. En Europa del Este hemos asistido al destape de un auténtico festín de corrupción. Los procesos de la droga en La Habana revelaron que la administración cubana no escapa a ese fenómeno. ¿No es algo inevitable en un régimen tan endogámico?

R. El peligro de corrupción es mayor cuando el poder es autoritario, antidemocrático, cuando está en manos de una minoría. La revolución cubana se caracteriza por una vinculación muy estrecha de la dirección con el pueblo. El año pasado se demostró que la corrupción en Cuba ha sido una excepción.

P. La cúpula de Interior fue desmantelada...

R. Los tres responsables máximos fueron procesados y condenados, pero la mayoría de los funcionarios continúan. Hubo un vicepresidente del Consejo de Ministros acusado de corrupción y condenado, hubo un general y tres dirigentes del Ministerio del Interior, pero no se puede hablar de corrupción generalizada.

Racionamiento

P. Usted es consciente de que las nuevas medidas de racionamiento van a tener un coste político...

R. Sabemos que va a tenerlo, pero nunca hemos ocultado las dificultades. Hemos hecho una apelación al pueblo para que apoye a la revolución a partir de los sacrificios que tendrá que hacer durante cuatro o cinco años para salvar al socialismo. Hace diez años preparamos a la gente para defender la revolución en caso de guerra. Esto nos ha servido para hacer frente a situaciones especiales de escasez. La población no es ajena al desarrollo de los acontecimientos y en esta situación creemos que el coste político será mínimo.

P. El conflicto Cuba-Estados Unidos es casi la última herencia de la guerra fría. ¿Cuándo se podrá cerrar ese capítulo?

R. Nosotros hemos dicho que estamos dispuestos a discutir nuestro diferendo con Estados Unidos a partir de tres bases: el derecho de Cuba a mantener un sistema socialista, el desamantelamiento de la base de Guantánamo y el establecimiento de una relación normal. Es Estados Unidos quien mantiene la hostilidad.

P. ¿Hay algún síntoma de que esto puede cambiar?

R. Cuando participamos en la negociación a cuatro bandas para resolver el tema de Namibia hubo alguna conversación para negociar sobre bases serias, pero en ese momento se produjo el derrumbe del socialismo europeo y Estados Unidos llegó a la conclusión de que había nada que negociar, porque creyó que en Cuba pasaría lo mismo. Entonces interrumpieron las conversaciones y se sentaron a esperar la caída de Fidel Castro.

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