El lado joven y salvaje de la ría bilbaína
Las 'tribus' de la margen izquierda, entre el pesimismo y el discurso radical
Están como puestos por el Ayuntamiento, esperando que les echen carnaza para espabilar, buscando la versión vasca del flautista de Hamelín. Son los pocos jóvenes sestaorras que no han arrastrado sus huesos hasta la parada del tren que los traslada habitualmente a las calles de poteo de Portugalete. El Casco de Sestao, lugar de encuentro de esa localidad de la margen izquierda, acoge el pesimismo de una juventud que mayoritariamente ha vendido la utopía por unas Reebok, un cerdo metalizado o una botella de kalimotxo. Las elecciones sólo son "un buen motivo para sacar anécdotas y reírse de ellas, además de un despilfarro inútil", afirman unas muchachas de Santurtzi.
"Hay que darse una vuelta para creérselo. La peña está sentada, esperando a ver qué cae o quién aparece. Cuando eran niños corrían delante de los cabezudos, ahora la policía es un buen motivo para hacer algo de ejercicio", señala con un tono de ironía contenida Javier Sánchez, un sestaorra de 24 años que forma parte de la cooperativa juvenil Haizelan."La gente joven odia cualquier iniciativa que suponga participación. El compromiso social brilla por su ausencia, y salvo temas muy concretos, como el ecologismo, el antimilitarismo, es difícil aglutinar a los jóvenes", comenta Sánchez.
Han aprendido a vivir con el desencanto entre las venas. Una industrialización salvaje, un crecimiento demográfico desmesurado en el pasado y la irracional forma de entender el urbanismo en la época del desarrollismo componen el telón de fondo de la margen izquierda. Un laboratorio idóneo para los analistas sociales.
Generación 'Iight'
El último estudio sobre las actitudes y comportamientos de la juventud vasca anuncia una generación de jóvenes light. Cada vez más despreocupados por el mundo de la política -sólo el 34% de los jóvenes muestran interés-, más pragmáticos, permisivos y algo más conservadores. Sin embargo, el componente abertzale es mayoritario: un 88% del medio millón de jóvenes que viven en Euskadi forman parte de las diferentes corrientes nacionalistas.
Aunque la tribu de los jóvenes tolerantes es la más numerosa -con un 26,3%-, un 27,4% "justifica el terrorismo en determinadas circunstancias", comenta Javier Elzo, director del estudio Jóvenes vascos-1990 y profesor en la Universidad de Deusto.
El porcentaje de jóvenes que admiten la violencia por razones nacionalistas representaba en la última encuesta de 1986 el 8,7%. El último informe confiere a este grupo un mantenimiento al alza, con un 9%. Guipúzcoa es la provincia que despunta por su apoyo a la violencia nacionalista. El paro, la represión policial y la falta de alternativas son un caldo de cultivo perfecto para el enquistamiento radical.
La margen izquierda tiene esos ingredientes y algunos más. Pero los jóvenes nacionalistas radicales de esta comarca del Gran Bilbao, que soporta uno de los índices de paro más altos de Europa, no lideran el rechazo al sistema establecido. Beligerantes asambleas de parados, autónomos rojinegros antimilitaristas y los discursos antipatriarcales de la nueva generación feminista completan el cóctel radical.
Levantamiento de vidrio
El binomio ocio-negocio del alcohol preside las relaciones personales de los jóvenes de la margen izquierda. Uno de cada dos chavales bebe con exceso el fin de semana, y por cada heroinómano existen en Euskadi 10 alcohólicos y 20 prealcohólicos graves, según los últimos datos manejados por los técnicos del Gobierno vasco.
Las diversas tribus juveniles que pueblan el lado salvaje de la ría de Bilbao comparten sólo la cultura del levantamiento de vidrio, deporte nacional, vasco. Algunos de ellos discuten sobre la necesidad de "mantener la lucha armada de ETA y el voto de castigo que para el Estado supone Herri Batasuna"; otros sueñan con cabalgar a dos ruedas sobre el último modelo nipón en el mercado y hay quienes llevan grabado el éxito social entre ceja y ceja: "No me importan los medios, sólo triunfar y ganar dinero, mucho dinero", comenta un universitario ahogado por la gomina y la loción para después del afeitado.
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