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España opta por el enterramiento de residuos nucleares de alta actividad sin reprocesar

La Empresa Nacional de Residuos (Enresa) ha optado por enterrar los residuos nucleares de alta actividad generados en las centrales, y otras instalaciones españolas. El sistema, aún en periodo de pruebas, consiste en sacar el combustible gastado de los reactores de las centrales e introducirlo sin reprocesar en contenedores de acero. Estos módulos, que irán a su vez recubiertos por una gruesa capa de arcilla, se enterrarán con toda probabilidad en una mina de granito o de sal. Las investigaciones para probar la fiabilidad del sistema se desarrollan en Francia y en Alemania.

TASIO CAMIÑAS ENVIADOESPECIAL España ha optado por una solución que puede ser técnicamente viable y mucho más barata que el reprocesado de los residuos radiactivos de alta actividad, según los técnicos de Enresa. Esta línea de investigación ha sido apoyada por la Comunidad Europea (CE), y algunos países, entre ellos Alemania y Estados Unidos, están ahora ensayando este modelo de enterramiento de estos residuos.Mientras que EE UU, República Federal de Alemania, Suecia, Suiza y Francia ya han elegido lugares de emplazamiento para construir los depósitos definitivos de este tipo de residuos, Enresa no piensa por el momento pronunciarse en este sentido. Las formaciones geológicas escogidas por los países citados para enterrar sus residuos son fundamentalmente de granito y sal y es muy probable que España opte al fin por uno de estos dos tipos de formaciones, que se consideran las más apropiadas.

"Llevamos desde 1988 haciendo estudios en España para conocer las características de las formaciones geológicas que tenemos", comenta Carlos del Olmo, jefe del departamento de Emplazamientos de Enresa.

Arcilla, granito y sal

"Hemos estudiado 150.000 kilómetros cuadrados de la geografía española: entre otras formaciones, las sales y arcillas del valle del Ebro, las sales de Cuenca y la zona de Levante, las arcillas del valle del Duero y los granitos de Galicia, Zamora, Salamanca, Toledo, Madrid o Ávila. En los próximos 10 años propondremos a la Administración menos de cinco emplazamientos y elaboraremos un plan de trabajo para desarrollarlo en cada uno de ellos, aunque durante los próximos cinco años no pensamos construir ninguna estación experimental en España", dice este ingenierio de minas que no descarta que en el futuro se utilice alguna de las instalaciones ya existentes para ello.

Del Olmo asegura que el hipotético cementerio definitivo de residuos radiactivos de alta actividad español será una mina situada entre 500 y 1.000 metros de profundidad, con una superficie de galerías de dos kilómetros cuadrados aproximadamente. Lamina podría tener una entrada vertical y otra horizontal y en ella cabría una cantidad de residuos aproximada de 5.000 toneladas equivalentes de uranio.

"Una de las características del futuro emplazamiento de residuos radiactivos de alta actividad español es que estará ubicado en un lugar donde no exista ningún recurso de interés humano o paisajístico", recalca Carlos del Olmo. España ha gastado en investigación sobre residuos radiactivos, desde 1986, alrededor de 3.000 millones de pesetas. Un 40% ha sido aportado por Enresa, y el resto por la CE y las universidades.

No obstante, este sistema de emplazamiento de residuos radiactivos tendrá que estudiarse en profundidad hasta que técnicamente esté resuelto. España participa desde 198,8 en un programa europeo de investigación que se está desarrollando en el centro experimental de Fanay, cerca de Limoges (Francia), en una antigua mina de uranio.

El experimento, cuya segunda fase se iniciará próximamente, es muy similar al que Enresa quiso hacer, en 1986, en las cercanías de Aldeadávila (Salamanca) mediante el programa IPES (Instalación. Piloto Experimental Subterránea) y que fracasó en 1987 debido a la oposición de grupos ecologistas y organizaciones de vecinos de la zona de los Arribes del Duero.

El objetivo de este experimento es probar la viabilidad de colocar una barrera arcillosa sobre un contenedor de acero en cuyo interior se hayan depositado residuos de alta actividad no reprocesados. Para probar este modelo se introducen fuentes radiactivas como el cobalto 60, el cesio o el estroncio en el contenedor y se estudia el comportamiento de¡ muro de arcilla frente a la radiactividad y el calor desprendidos por las fuentes utilizadas durante un tiempo superior a un año. Con éste y otros parámetros se elaboran después los modelos matemáticos que deben tener en cuenta los 10.000 años de vida que tienen estos residuos.

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