El Príncipe completa su visita a la flotilla en el Golfo
¿Qué lugares habéis podido visitar?". El príncipe Felipe se interesaba así ayer por las actividades de las 150 personas que componen la dotación de la corbeta Descubierta, uno de los dos navíos españoles que patrullan el mar Rojo. Después almorzó en su gemela Cazadora, ancladas ambas en el puerto egipcio de Hurghada. El Príncipe, que en la noche de ayer regresó a Madrid, visitó este fin de semana la flotilla de guerra española en Oriente Próximo y llegó a Hurghada procedente de Abu Dabi, en cuyas aguas territoriales se encontraba el sábado la fragata Santa María.
ENVIADA ESPECIAL Con casi dos horas de retraso y después de los preceptivos cinco vivas a España, Felipe de Borbón, en uniforme de alférez de navío, inició su visita a la Descubierta. "Una entrevista inesperada con el príncipe heredero de los Emiratos Árabes Unidos ha retrasado su salida de Abu Dabi esta mañana", explicó a EL PAIS uno de los diplomáticos que le acompañaban. Una comisión de recepción, con representantes de todos los estamentos del barco, se encontraba en la cubierta para darle la bienvenida a él y a su séquito, en el que figuraban, entre otros, el ministro de Defensa, Narcís Serra, y el jefe del Estado Mayor de la Defensa, almirante Gonzalo Rodríguez Martín-Granizo.Tras saludar a los jefes y oficiales de la corbeta, el Príncipe realizó un breve recorrido por el barco y visitó el puente de mando, antes de dedicar unos minutos a charlar con los integrantes de la tripulación. Entre ellos, dos viejos compañeros de armas, Francisco Lomo y Javier Moreno, vecinos de habitación en la academia naval. El Príncipe preguntó por ellos y les saludó de forma especial. El que fuera su compañero de cuarto navega a bordo de la Cazadora.
Felipe de Borbón recibió como recuerdo de su visita una fotografía de un disparo efectuado en unas prácticas de tiro. A continuación se trasladó a la otra corbeta, donde compartió un cordero asado con los oficiales de ambos navíos.
"Estamos muy bien, pero tenemos ganas de volver a casa", había declarado poco antes el comandante de la Descubierta, Juan Carlos Muñoz-Delgado, quien expresó la "sorpresa y alegría" de su tripulación por la visita del heredero. "Es una oportunidad para tenerle a bordo y que vea cómo es un día de trabajo normal", manifestó el marino. Muñoz-Delgado se negó a hacer comentarios sobre la reciente alerta que se produjo en la Cazadora cuando fue requerida para disparar por la fragata norteamericana Montgomery, también anclada ayer en el puerto de Hurghada.
Impaciencia
"He visto muy bien a la marinería, y por descontado, a oficiales y suboficiales", declaró, por su parte, Narcís Serra, que el día anterior pasó cuatro horas con la dotación de la Santa María. "Algunos han preguntado cuándo se va a volver, pero sólo algunos. Saben que han pasado el ecuador de la misión y están satisfechos porque han cumplido su tarea", aseguró el ministro, quien no pudo precisar en qué fecha se va a producir el anunciado relevo de las naves. "Cuando lo tengamos decidido, lo divulgaremos. En principio, después de dos meses de permanencia, que no sé si serán 58 días o 52", añadió.
Los marineros consultados por esta enviada especial se mostraron bastante más impacientes respecto a su regreso. Están cansados de permanecer tan lejos de casa y todas las aparentes ventajas de su situación les parecen nimias. La ausencia de embutidos, la mala calidad de la fruta y la verdura o ese azúcar gordo y sin refinar con que endulzan el café sólo se ven compensados por los escasos ratos que pueden pescar en un mar transparente. Claro que desde la cubierta las cosas se perciben de otra manera, y a muchos de ellos, al ver las barreras de coral, les gustaría estar buceando en vez de haciendo ejercicios de zafarrancho.
"Estamos aquí para ser útiles", insistió Serra; "por tanto, nos quedaremos en función de las necesidades de la coordinación con otros países". Preguntado sobre los resultados del bloqueo naval a Irak, el ministro se mostró convencido de que "hay que manifestar cierta testarudez con la tarea emprendida, demostrar que no existen fisuras en la comunidad internacional y ex tender el bloqueo al aire". "Debemos perseverar en la estrategia porque yo creo que a la larga dará sus frutos", concluyó.
Los marinos sólo esperaban llegar esa noche a puerto para llamar a sus casas. Con todo, lo peor son las comunicaciones telefónicas con España. "Desde tierra resulta más complicado que desde el barco", asegura un oficial, que subraya la existencia de turnos de llamada. A los chavales, los escasos tres minuto les saben a poco, pero lo que máles molesta es que sus conversaciones hayan sido interceptadas en España por algunos medios de comunicación.
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