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Entrevista:

Curar en el techo del mundo

"Lo peor son los daños psíquicos", dice la médica de la expedición al Everest que costó tres vidas

Tras la fallida expedición al Himalaya que costó tres vidas y dos heridos, Malén Morales, de 45 años, especialista en medicina deportiva y cardióloga del hospital Ramón y Cajal de Madrid, acaba de regresar a casa. Ella era la médica de la expedición dirigida por César Pérez de Tudela y patrocinada por la Universidad Complutense. A pesar de ser una veterana deportista, esta experiencia sólo le permitió ejercer la medicina en situaciones límite. "Lo que más me impresionó no fueron las lesiones fisicas de los heridos, sino las psicológicas", afirma.

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Tres personas muertas y dos heridas en un accidente, una avalancha de nieve que finalmente les obligó a abandonar, más un edema cerebral que puso en peligro su propia vida, fueron el lado malo de un viaje que desde el punto de vista médico, fue un "no parar" según la doctora Morales.La cardióloga, que tenía que estar pendiente siempre de la aclimatación de los miembros de la expedición, reconoció a decenas de tibetanos habitantes de los pueblos de la zona, a los porteadores y a los conductores de los yacs (especie de bueyes con cuernos que llevan los bultos más pesados), y a todos los monjes y monjas del monasterio budista de Rongbuk.

El grupo, compuesto por ocho montañeros españoles y tres sherpas, pretendía ascender al Everest por su cara noreste, es decir, por el Tíbet. El 14 de septiembre, una avalancha de nieve sorprendió a cinco miembros de la expedición -tres sherpas y dos montañeros- ascendiendo una pared de hielo del collado norte, el Chang-La, situado por encima de los 6.500 metros.

Murieron Rafael Gómez Menor, de 24 años, y los sherpas Badri Ghising y Ang Sona, de 27 y 28, respectivamente, y quedaron malheridos el montañero Carlos Salcedo y el jefe de los sherpas, Chowang Rinzde, de 38 años. "Carlos se hizo una profunda herida en el glúteo derecho, seguramente con el piolet, y una hemorragia a 6.500 metros es muy seria, por el peligro de deshidratación; además se rompió dos costillas y tenía síntomas de asfixia. Tanto él como Chowang, que se produjo un esguince de tobillo y otro de rodilla, aspiraron mucha nieve, por lo que tuvieron complicaciones respiratorias", relata Malén Morales.

Edema cerebral

La doctora convalecía, en el momento de producirse el accidente, del edema cerebral que había sufrido unos días antes, por lo que decidió no subir desde la base -a 5.000 metros- a los 6.500, 1.500 metros de desnivel, por miedo a que se le repitiera. Se comunicó con Pérez de Tudela y con Salvador Rivas -uno de los más expertos del grupo-, que estaban arriba, y ellos aplicaron los primeros auxilios a los heridos: oxígeno, calmantes, vendas. Luego los bajaron y Morales les pudo atender adecuadamente.

"Aparte de la impotencia y el dolor por las muertes, lo que más me impresionó no fueron las lesiones físicas de los heridos, sino las psicológicas", asegura. "Carlos, que se salvó de caer al fondo de la sima porque su cuerda se enganchó en una roca, estaba poseído por el pánico. De noche se despertaba -y lo sigue haciendo- gritando '¡Rafa, Rafa, cuidado!'. El sherpa no quería vivir: ni hablaba ni se movía. Se sentía responsable por sus compañeros más jóvenes., Le propusimos evacuarlo a Katmandú y se negó. Me daba miedo dejarlos solos y, aunque en esas situaciones está contraindicado, les tuve que dar ansiolíticos. Chowang empezó a tener sueños catastróficos cuando se los suprimí, y tuvimos que ir con él al monasterio de Rongbuk a hacer una ceremonia para ahuyentar los malos espíritus".

La aclimatación de los miembros del grupo había sido normal a excepción de la doctora. "Yo me aclimaté mal desde el principio", osbserva. "Estadísticamente, sabemos que las mujeres y los jóvenes se aclimatan peor. Los alcohólicos y los adultos de edad media, mejor, y también sabemos que no tiene relación el ser fumador o no".

Mal agudo de montaña

La mala adaptación provoca el mal agudo de montaña, cuya sintomatología es malestar, inapetencia, apatía, insomnio, náuseas, vómitos, taquicardias, cefaleas, ansiedad. "En palabras de un experto en el tema", dice Morales, "puede ser una enfermedad penosa. Muy pocos mueren, pero algunos llegan a desearlo". Las complicaciones pueden ser hemorragias retinianas, congelaciones, accidentes tromboembólicos, edema pulmonar y edema cerebral, que deben ser diagnosticadas y tratadas de inmediato, porque pueden ser mortales.

"La asistencia médica es considerada por los habitantes de Nepal y Tíbet como una obligación del médico de expedición", afirma Morales, "y con ese talante la solicitan". Las patologías infecciosas en estas regiones son la tuberculosis, la lepra y la hepatitis. "Nosotros hemos detectado hipertensos (probablemente por la gran ingestión del té tibetano). Las alteraciones gástricas y los problemas dentales son también patologías frecuentes".

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