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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Infancia sojuzgada

EL INFORME que acaba de hacer público Amnistía Internacional sobre el tratamiento inhumano -desde las más viles formas de explotación económica hasta el asesinato- de decenas de miles de menores en el mundo pone de manifiesto algo que no por sabido deja de repugnar: la falta de escrúpulos, la ambición y los más bajos instintos de muchos adultos se manifiestan con especial saña en sus relaciones con niños y adolescentes. Conducta, por otra parte, que no respeta límites de edad -Amnistía aporta casos de niños recién nacidos maltratados o asesinados- y que en mayor o menor medida existe en todos los países.Pero lo más llamativo del informe de Amnistía Internacional es la denuncia que hace de la utilización política de los niños en muchas zonas del planeta. La descripción es espeluznante: niños desaparecidos, torturados, asesinados, utilizados como chivos expiatorios por Gobiernos y organizaciones políticas y criminales en el marco de sus querellas y conflictos. A lo que hay que añadir la explotación laboral, los malos tratos familiares, el comercio sexual, la segregación racial, etcétera. España no queda al margen de algunas de estas repugnantes manifestaciones de, la conducta humana. En nuestro país, la conciencia social es sacudida de tiempo en tiempo por casos que tienen que ver con la prostitución infantil, la explotación de menores por organizaciones mendicantes, el racismo ante la integración escolar de minorías étnicas como los gitanos o el rechazo social de niños portadores de anticuerpos del sida.Todo ello configura, sin duda, una situación lo suficientemente preocupante como para merecer la atención permanente de los Gobiernos y de los organismos internacionales. En ese sentido, la conferencia mundial sobre la infancia convocada bajo el auspicio de la ONU este fin de semana no ha podido ser más oportuna. Pero ello no basta. También los Gobiernos deben mostrarse implacables, con la ayuda de legislaciones adecuadas y de políticas sociales que ataquen las bolsas de marginación, en la persecución de cualquier forma de explotación del menor que se manifieste.

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