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Rushdie considera infernal su retiro

El escritor concede una entrevista a la televisión británica

El infierno en que Salman Rushdie vive desde febrero de 1989 ha puesto en tela de juicio todo en lo que creía, según confiesa el escritor en una entrevista que el domingo emitirá la televisión comercial británica y que se celebró el pasado agosto en algún lugar del sur de Inglaterra. Rushdie, nacido en Bombay en una familia musulmana, dice que verse rechazado por el mundo del que procede es horrible y considera que una de las peores pruebas de su exilio interno es no poder viajar a su ciudad natal, a la que considera el punto neurálgico de toda su escritura.

"Estoy bien y es lo que me digo a mí mismo la mayor parte del tiempo, pero la verdad es que esto es un infierno", confiesa Rushdie en el programa cultural The south bank show, que ayer ofreció una visión privada de la entrevista. El ostracismo al que le forzó, el 14 de febrero de 1989, la condena a muerte dictada por el ayatolá Jomeini ha tenido para Rushdie cargas físicas -"en ocasiones he sufrido de un estrés que ha sido bastante alarmante", dice- y psicológicas: "He despedazado todo lo que había pensado sobre todo, lo que probablemente no es malo para un escritor, pero esto es un modo bastante extremo de hacerlo".El escritor -que al principio de la polémica aparecía como un hombre soberbio y hasta llegó a decir que de saber que Versos satánicos iba a levantar tantas ampollas aún lo hubiese escrito con más agresividad- ahora aparece manso: "El libro no pretendía hacer aquello de que ha sido acusado, que es insultar, y lamento que la gente lo haya visto así".

La fatwa de Jomeini, apoyada por manifestaciones de millones de musulmanes en todo el mundo -incluido el Reino Unido-, es muy dura de sobrellevar. "Todo lo que puedo decir es que si el castigo era el objetivo, ya lo he tenido".

Vilipendio

Para el autor de Hijos de la medianoche, el desarraigo es lo peor de la presente situación, alienado de la comunidad a la que pertenece y del lugar de procedenecia. "¿Quién sabe si volveré a ir por allí?", se pregunta refiriéndose a Bombay, la ciudad que, dice, le brinda la fuerza para escribir. Esa pérdida está a la par con el rechazo de la cultura de procedencia, "el verse vilipendiado por la gente sobre la que escribí". "Nunca he rechazado el mundo de que procedo y he intentado traerlo al mundo en que estoy. Ser rechazado por él es horrible".Hay otras pérdidas también en la vida de Rushdie, quien lamenta no haber vuelto a ver a su hijo Zafar, de 11 años, al que dedica el años atrás prometido cuento Haroun y el mar de historias, que acaba de llegar a los escaparates de las librerías británicas.

Este nuevo libro relata la historia de un fabulador que recupera la palabra perdida gracias a la ayuda de su hijo Haroun, peripecia literaria que tienta , a establecer paralelismos con el drama personal del escritor. Haroun es el primer libro que Rushdie publica tras Versos satánicos y está aparentemente exento de toda conflictividad. "Irónicamente, yo creía que Versos satánicos era la novela menos política que yo había escrito. De hecho pensaba que era muy interna. Creo que me equivoqué".

Rushdie da en ocasiones la sensación de estar nervioso, aunque ello no le impide ironizar. El Rushdie siempre reticente ante la policía señala que "uno de los aspectos más extraños de esto es que nunca esperé tener tantos colegas en la Special Branch", la policía secreta británica, encargada de la lucha antiterrorista, que custodia de Rushdie.

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