Diálogo en un mar tormentoso
La tensión internacional incita a España a acelerar su proyecto de conferencia mediterránea
ENVIADO ESPECIAL Lejos de haber desanimado a los promotores de un foro permanente que extienda al Mediterráneo la distensión y la cooperación que prevalecen en Europa, la crisis del golfo Pérsico los ha incitado a incrementar sus esfuerzos, y España e Italia aprovecharán la presencia en Mallorca, el lunes, de delegaciones de 35 países europeos, de siete observadores árabes y de Israel para dar el pistoletazo de salida a su proyecto de Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en el Mediterráneo (CSCM). "Es en tiempos de crisis cuando la necesidad de un marco permanente para una cooperación duradera es más evidente", asegura el documento hispano-italiano sobre la CSCM.
Inaugurada por el rey Juan Carlos, la reunión de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) de Palma estará dedicada hasta que concluya, el 19 de octubre, a estudiar el penoso estado de un mar en el que cada año se vierten 650.000 toneladas de petróleo, una cantidad 17 veces superior a la fuga del Exxon Valdez que provocó en Alaska la mayor catástrofe ecológica de Estados Unidos. Bajo el lema de Protección de los ecosistemas mediterráneos, el temario de la CSCE mallorquina incluye desde la lucha contra la contaminación de las aguas hasta su reciclado, pasando por la cooperación contra la desertización y los incendios forestales, sin olvidar el impacto ambiental provocado por el turismo.
Pero el foro mallorquín trascenderá la ecología para servir de trampolín a la presentación de la CSCM. "Trabajamos desde hace meses sobre este proyecto y estamos listos para hacer propuestas formales en Palma de Mallorca", anunció a principios de mes el titular italiano de Asuntos Exteriores, Gianni De Michelis, mientras su colega español, Francisco Fernández Ordóñez, señalaba en la carta recién enviada a sus homólogos de la CE: "La crisis del Golfo ha venido a confirmar nuestras peores inquietudes, añadiendo a la razón el sentido de la urgencia". Ambos ministros acudirán hoy lunes a Palma.
Las propuestas concretas a las que se refería De Michelis han quedado plasmadas en un documento hispano-italiano de siete páginas redactado el lunes pasado en Bruselas, distribuido al resto de la Comunidad Europea y a punto de ser remitido a todos los demás asistentes potenciales a la CSCM. La invasión de Kuwait incitó a los italianos a pedir la ampliación de la lista de participantes, para incluir hasta los Estados "al este de Irán".
Irak, a medio plazo
Sentar a Irak y a las monarquías del Golfo en la CSCM es, sin embargo, un objetivo a medio plazo, y en una primera etapa parece probable que se imponga la tesis francesa de empezar a trabajar entre cuatro Estados europeos meridionales (Italia, España, Francia y Portugal) y los cinco del Magreb -sus ministros de Exteriores se han dado cita en Roma el 10 de octubre-, para que los avances entre los Nueve atraigan a otros participantes.
Entre los que deberían incorporarse más tarde figurarían las dos superpotencias, EE UU y la URSS, que se ha mostrado muy interesada, y "una representación palestina", que Israel probablemente recusará, porque tendría que ser designada por la Organización para la Liberación de Palestina.
Esta heterogeneidad de la cuenca mediterránea, comparada con la vieja Europa, ha obligado a españoles y a italianos a modificar sustancialmente el contenido de los tres "cestos" de la CSCE para adaptarlos a un mundo árabe ansioso de cooperación económica pero menos predispuesto a adentrarse por la senda del desarme y en su mayoría francamente reacio a aceptar intromisiones en materia de respeto de derechos humanos.
De ahí que el documento hispano-italiano, al que ha tenido acceso este periódico, ponga el énfasis en la cooperación recogiendo las ideas de Roma de dedicar, a partir de 1993, el 0,25% del producto nacional bruto de los Doce a ayudar a la orilla sur del Mediterráneo, de crear un banco de desarrollo regional o de aliviar su deuda externa. A cambio, los europeos pedirían que se reduzca y se controle la emigración árabe hacia el Norte.
La "cesta" sobre seguridad no pretende instaurar un control de armamento, sino un clima de confianza mediante mutua información sobre, por ejemplo, la realización de maniobras militares. Todo lo más habría que intentar evitar la proliferación de armas de destrucción masiva.
"Dimensión humana"
Como los valores culturales difieren sensiblemente entre ambas orillas, el capítulo sobre derechos humanos del acta final de Helsinki quedaría reducido a una mera "dimensión humana" consistente en promover el diálogo entre diferentes confesiones para intentar alcanzar una mayor tolerancia religiosa e ideológica.
Después de Palma, cuyas conclúsiones se h arán eco, acaso, del proyecto de conferencia mediterránea, la reunión de los titulares de Exteriores en Roma en octubre dará pie probablemente a la creación de un grupo de trabajo informal. El año próximo debería constituirse un comité más amplio, integrado por representantes de todos los eventuales participantes y encargado de elaborar las bases sobre las que en 1992 sería convocada la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en el Mediterráneo.
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