La imagen de la mujer 'sexy' pierde puntos en el Salón Gaudí
El elogio de la mujer con curvas o la fiebre de la moda super-sexy inicia un movimiento descendente. Los primeros diseñadores que han expuesto sus modelos en la pasarela del Salón Gaudí-Mujer en Barcelona se han convertido en perfectos constructivistas, y han abandonado la estética del choc por el corte funcional, envolvente y femenino. La avalancha de faldas voluminosas y largas desplaza a la mini de 20 centímetros que, sin desaparecer, se coloca por encima de la rodilla. Los jerseis se cierran en cuello redondo y la procacidad se esconde bajo ropas fluidas que dibujan las líneas del cuerpo con una prudencial distancia.
La tendencia de moda, cada vez más ecléctica, que se apunta para la temporada de primavera-verano 1991 es un resumen del descubrimiento de África, de los cuerpos largos de Isadora Duncan y del made in Italia, ese invento que une a la perfección comercialidad y buen gusto.
Las nuevas filosofías de la moda hablan de tiempos de calma. El ingenio del diseñador se canaliza a través de la precisión y los espectadores que estos días asisten en Barcelona a la pasarela Gaudí ofician de minuciosos observadores, dispuestos a comprobar la veracidad científica de la ropa.
Roser Marcé arrancó en la pasarela de ayer, en el Mercat del Born, con un baile de colores cálidos. Estampados étnicos, vestidos ligeros como para recoger algodón, faldas largas anudadas en la cadera y potentes cuadros, que se deslizaban irregulares hasta el tobillo, recortados en puntas. El volante de gitana mediterránea y los vestidos-pañuelo, rodeando el cuerpo con un nudo, fueron la nota del nuevo folclore que durante el próximo verano atacará a la moda.
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