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El X Congreso de Teología concluye con duras críticas al capitalismo consumista

Francesc Valls

Las críticas a los desequilibrios económicos y al capitalismo consumista han sido los ejes del mensaje del X Congreso de Teología, que, organizado por la progresista Asociación de Teólogos Juan XXIII, fue clausurado ayer en Madrid. Un total de 1.800 personas se inscribieron en estas sesiones, que registraron la máxima asistencia el sábado por la noche, con la conferencia del teólogo salvadoreño Jon Sobrino.

"El capitalismo consumista desarrollado, si se estableciera a escala planetaria, conduciría rápidamente al suicidio de la humanidad y a la aniquilación de la vida en la tierra, por la desaparición de las condiciones de habitabilidad sobre ella", se afirma en el citado manifiesto final. La jerarquía eclesiástica, que en anteriores ediciones del congreso fue el blanco de documentos finales, ha pasado en esta ocasión a un discreto segundo plano, quizá por el propio lema de las sesiones, Dios o el dinero. La única alusión a las altas instancias eclesiales es la petición de que "favorezcan y no obstaculicen la fermentación saludable" de movimientos en favor de la solidaridad.En el manifiesto se asegura que "el socialismo tiene futuro", y se dice que "el fracaso profundo del socialismo real en los países del centro y el sur de Europa lleva a estos pueblos a orientarse hacia el sistema capitalista liberal; esta actitud "debe ser vista con profunda comprensión y respeto a su libertad recién conquistada".

La desaparición del socialismo real ha dejado más al descubierto, se declara en el documento, "la tensión mucho más grave existente entre el Norte y el Sur". El desequilibrio existente entre el primero y el Tercer Mundo puede acabar "ahogando la posibilidad de una paz fundada en la justicia y la libertad, para desembocar en guerras, caos e incontrolada violencia".

"El problema del sistema capitalista", se afirma en el texto, "no está tanto en la opción entre mercado o planificación cuanto en la apuesta por el egoísmo y la codicia sin freno, en vez de la solidaridad y la capacidad de comunicación amistosa y fraterna de bienes". En esa labor de solidaridad, quienes lo hagan como cristianos deben hacerlo "junto con otros hombres y mujeres de buena voluntad, sin exclusivismos ni soberbias de grupo".

El último día de congreso se celebró una misa en la que el teólogo de la liberación salvadoreño Jon Sobrino pronunció una homilía en recuerdo de Ignacio Ellacuría -jesuita asesinado el año pasado en San Salvador- y de los miles de personas que han fallecido en defensa de la justicia en aquel país, en el que se libra desde hace años una guerra entre el Ejército y la guerrilla del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN).

Servidumbre del dinero

El teólogo José María Díez-Alegría había leído, previamente, su ponencia ante el congreso. En ella hizo un recorrido por el concepto de solidaridad, que, "como motor, es desconocido por nuestras sociedades".El teólogo afirmó que el capitalismo neoliberal tiene como eje el egoísmo. "No parece cuestionable que, desde el punto de vista de la ética y de los valores de justicia, la cosmovisión capitalista es profundamente cuestionable", dijo.

"Si el hombre está atado al dinero", prosiguió, "está alejado de Dios por muy religioso que se crea; si está libre de la servidumbre del dinero, estará cerca de Dios aunque se considere incrédulo". "La enseñanza del Nuevo Testamento no es una apología del pauperismo, sino de la solidaridad y de la búsqueda para todos de una promoción económica que sea verdaderamente liberadora y conduzca a la liberación de la persona", agregó.

Díez-Alegría recordó la segunda carta de san Pablo a Timoteo, que dice: "Teniendo alimento y vestido, sepamos contentarnos". Este texto, añadió, "está en oposición radical al espíritu del capitalismo".

Al término de su conferencia, el teólogo insistió en la necesidad de que las Iglesias no se vinculen al sistema económico, ya que "la consecuencia es que no puyden tener una auténtica libertad profética".

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