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Tribuna:EL DETERIORO DEL MEDIO AMBIENTE GALLEGO
Tribuna
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Celulosas y progreso

En Galicia las repoblaciones forestales de los años cuarenta que utilizaron especies de crecimiento rápido y de ciclo corto como el Pinus pinaster tuvieron como objetivo fundamental producir madera para la fabricación de pasta de papel. Una industria de celulosa se ubicaría en la década de los cincuenta en Lourizán, en la ría de Pontevedra. La fabricación de pasta química de celulosa no fue continuada en Galicia con la instalación de fábricas que transformaran la pasta a papel y derivados, estos procesos mucho menos contaminantes que la fabricación de pasta, da muchos más puestos de trabajo y es indudablemente codiciado por otros, territorios, no así el primero.Las repoblaciones de pinos fueron en aumento y ya en los años setenta seis nuevas celulosas pretendían instalarse en los lugares más diversos de Galicia, sin que pudieran conseguirlo debido al rechazo popular.

Siempre se utilizó la palabra progreso asociada a industrialización, pero los datos que siguen. evidencian que no tiene por qué ser así. La industria de la celulosa no sólo utiliza el agua que abastecería a más de 270.000 habitantes día, sino que la carga contaminante de su vertido equivale a una gran ciudad que duplique en algunos casos o multiplique por más de 15 en otros a la ciudad de Pontevedra, con más de 70.000 habitantes.

Tengamos en cuenta además que el Boletín Empidemiológico Semanal de Galicia publicado por la Conselleria de Sanidade en el periodo enero 1986-febrero 1988 daba datos que indicaban que los pontevedreses tenían 1,83 veces más casos de enfermedades y procesos respiratorios que el resto de las seis más importantes ciudades gallegas, y con relación a la patología digestiva daba 2,67 veces más casos en Pontevedra que en el resto de las otras seis ciudades.

Si además tenemos en cuenta que la industria provocó la pérdida estimada de 5.000 puestos de trabajo en la pesca, marisqueo, turismo... frente a los 500 que creó, el balance no puede ser más negativo.

En estos últimos años los incendios forestales se dieron con especial virulencia en Galicia (en 1989 fueron 200.000 hectáreas arrasadas y en los 10 años anteriores ardieron 545.451 hectáreas en 31.884 incendios), la gran mayoría intencionados; de trás de los incendios aparece la erosión y la aparición en esos te rrenos calcinados de miles de plántulas de eucaliptos que van avanzando cubriendo cada vez más territorio (250.000 hectá reas en la actualidad). Lentamente Galicia está pasando de un gran pinar de repoblación a un gran eucaliptal gracias a los incendios. Asistirnos a una nueva euforia de repoblaciones en monocultivo, apoyadas igual que en los afi.os cuarenta por el Gobierno y la Administración (de los viveros salen al año 52 millones de plántulas de las que más de 51 millones y medio son de pinos y eucaliptos, las frondosas gallegas no llegan a 400.000) y hay nuevos intentos de instalar celulosas.

Ley de Aguas

Eurogalicia Forestal, SA es un proyecto mayoritario de capitán alemán que escogió As Pontes (La Coruña) para fabricar 300.000 toneladas al año de pasta química Kraft, similar al proceso de Pontevedra (y 150.000 toneladas al año de papel) a partir exclusivamente de eucalipto. Utilizará más de 52 millones de litros de agua al día y su efluente en materia orgánica -DBO, DQO...- excede con mucho de lo permitido por la Ley de Aguas y el Reglamento de Industrias Contaminantes -recordemos que el proceso Kraft de fabricación de celulosa está prohibido en Alemania (OCIDE 1974) y Canadá y Australia ponen severas normas a estas industrias-.

Además de provocar el vertido de un tremendo impacto en el río Eume y en la ría de Ares, hoy iniciada en la acuicultura, lleva consigo un Plan Forestal que puede afectar en los próximos 10-15 años a más de 400.000 hectáreas para que se planten de eucaliptos.

Papelga, SA es un proyecto con mayoría de capital finlandés que pretende instalarse en Narón. Utilizará más de 12 millones de litros de agua, con vertido al río Xubia, vertido que será incompatible con la toma de agua potable para la ciudad de Ferrol, que se está realizando dos kilómetros más abajo del punto previsto de vertido. La ría de Ferrol recogería un efluente con carga contaminante que también estaría fuera de la ley y daría la puntilla al equilibrio ecológico de la ría de Ferrol, hoy ya deteriorada. Ésta industria conlleva un Plan Forestal que influirá en 600.000 hectáreas para plantar pino y eucalipto.

Si tenemos en cuenta que estos proyectos suponen una inversión superior a los 150.000 millones de pesetas y que pretenden obtener a fondo perdido una subvención de 75.000 millones del Gobierno y de los fondos estructurales de la CEE (a lo cual nos oponemos rotundamente todos los grupos ibéricos integrados en el Buró dje Medio Ambiente Europeo, BEE), y todo para poco más de 1.000 puestos de trabajo, nos encontramos con que la historia se repite y asistimos hoy a una situación similar a la de los años cuarenta-cincuenta.

Por último, recordar que las agresiones no vienen sólo por estas industrias, sino que otras, como la multinacional de la industria de la celulosa y papel sueca Celbi, están alquilando a precios irrisorios y de saldo montes en las provincias de Ourense y Pontevedra para plantar eucaliptos durante 30 años y la Celulosa de Navia intenta lo mismo en el norte de Lugo.

Multinacionales

Estos proyectos de industrialización irracional, con industrias de enclave, altamente contaminantes, grandes consumidores de materias primas como madera, agua y electricidad, a la vez que conllevan un aumento de monocultivo forestal de especies pirofíticas no significan el progreso para Galicia, sino que son los monopolios y multinacionales los únicos interesados y buscan las subvenciones oficiales a fondo perdido y los territorios donde, además de materia prima barata, sus habitantes tengan baja sensibilidad ciudadana frente a la contaminación. Por si todo fuera poco, agravarán el problema de los incendios forestales y de la desaparición del ya disminuido bosque autóctono. Y todo en nombre del progreso.

Ramón Varela Díaz biólogo, catedrático de Ciencias, es presidente de la Asociación para a Defensa Ecolóxica de Galiza (Adega).

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