La mediocridad de los úItimos filmes a concurso realza una muestra de cine soviético desconocido
ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOS ENVIADO ESPECIAL, Nada relevante en la sección oficial de la Mostra desde la magnífica Goodfellas, de Scorsese, que se perfila ya, junto con el filme indio El muro, el alemán Marta y yo y el norteamericano El señor y la señora Bridge, como aspirante a premio. El tedio invade el Lido desde el lunes. De ahí que profesionales y periodistas deserten de las salas del Palazzo y busquen el verdadero cine en las secciones paralelas, y sobre todo en una importante retrospectiva de cine soviético de los primeros años treinta desconocido en Occidente, que se ha convertido en un foco de admiración y asombro.
Es universalmente conocido el cine soviético del periodo de vanguardia, el que en 1925 llegó a la cumbre de El acorazado Potemkin y comenzó a tambalearse en el año 1927, tras la hora larga de metraje (todo cuanto concernía al personaje de Trotski en las jornadas de la Revolución de 1917), que Stalin hizo cortar de la monumental Octubre, también obra de Serguei Eisenstein.Dos años más tarde, Stalin era ya dueño por completo del poder en Rusia y los grandes protagonistas del periodo de vanguardia seguían haciendo películas, cada vez con menos libertad pero desarrollando libremente los estilos y modelos generados por la arrolladora inventiva de aquellos primeros legendarios años de torbellino creativo.
Todo este impulso (que conformó uno de los instantes de mayor originalidad y belleza de la historia del cine) acabó de pronto, a la manera burocrática: de un plumazo, con la instauración en 1934 del llamado "realismo socialista", que uniformizó, aplastó y enterró al genio colectivo que animó desde su fundación al cine soviético.
Recuperación
Pues bien, entre 1929 y 1934 se hicieron en la Unión Soviética muchas películas, casi todas ellas desconocidas hasta ahora en Occidente. Las mejores de ellas, y no son pocas, están durante estos días en las pantallas venecianas y su recuperación es una de esas iniciativas impagables que la Mostra nos da de cuando en cuando. Una página en blanco, nunca leída, de la historia del cine se está así reescribiendo. No tiene desperdicio, contiene auténticas maravillas.
Viejos y casi olvidados nombres antaño célebres, saltan estos días a los periódicos de todo el mundo. Durante cuatro o cinco años trabajaron a la sombra de Stalin haciendo cine libre casi clandestinamente. Hasta que el déspota, ya políticamente seguro en su trono del Kremlin, decidió ocuparse de cuestiones menores, como la estética. Y borró del mapa (al anterior no podía, porque ya estaba repartido por todo el mundo) a este cine.
Lo sustancial de él quedó de esta manera inédito fuera de Rusia. Ahora el cine recupera al cine en los nombres Ytkevich, Donskoi, Kosintsev, Trauberg, Pudovkin, Dovjenko, Kulechov, y otros creadores de películas, procedentes de la época inmediatamente anterior al cementerio del "realismo socialista", que pasó como una apisonadora sobre las imaginaciones de estos y otros grandes cineastas, hoy casi olvidados.
Desde Venecia-90 tales nombres volverán a pronunciarse y sus obras de este periodo a verse. Aunque sólo sea por este hallazgo, Venecia-90 pasará a los anales de la exaltación de la libertad en el arte.
Babelia
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