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Delfines

Manuel Vicent

Por fortuna, el Mediterráneo permanece a salvo dentro de ti con toda su pureza gracias a que ese mar no ha existido nunca. Sus aguas tan claras sólo eran el fondo azul de tu memoria, y allí los delfines saltaban jugando bajo el cielo de Pitágoras. Como una aspiración de belleza, ese mar aún te bate el corazón. No llores por él. Si alguien llega diciendo que en aquel espacio luminoso de la infancia flotan hoy las carpas con la tripa inflada de petróleo, no lo creas; ni admitas tampoco que por allí ahora navegan pestilentes buques de guerra atravesando el detritus. Cuando aceptes esa desolación, también tú habrás muerto. Debes esgrimir todavía el Mediterráneo como un panfleto de la dicha que viviste, y mientras no encuentres la forma de luchar contra la muerte, será maravilloso utilizar como arma el sueño que hacía transparente el abismo. Puedes pensar en aquella vela latina que estaba plegada entre bolas de alcanfor en el cajón de la cómoda, donde la había guardado tu madre antes de morir. Puedes imaginar que esa tela blanca tan fina como una camisa de batista fue la única herencia que recibiste, y siendo un adolescente desnudo la izaste una mañana en el palo del laúd con los amigos cuyas risas aún suenan en el farallón. Llevabas víveres a bordo: unos salazones y el primer aguardiente. En aquella travesía descubriste el amor, una mano femenina sobre unos testículos de mármol, y la voz que decía versos de Píndaro, y descubriste igualmente algunos monstruos sumergidos que aún perduran en un cofre. Niégate a creer que los delfines están muriendo. El Mediterráneo es una categoría de la mente, y dentro de ella delfines azules seguirán saltando mientras mantengas muy limpias tus entrañas. El resto significa la miseria de cada día. Tal vez por un mar ya venenoso, apartando con la quilla peces inflados de petróleo, navegan las máquinas de la muerte, pero todo será aún tan hermoso como en los días claros de la infancia si no dejas que en tu interior el Mediterráneo se evapore o que alguien te lo arrebate.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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