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LA CRISIS DEL GOLFO

Baker inicia en Arabia Saudí una gira por Oriente Próximo

ENVIADO ESPECIAL El secretario de Estado norteamericano, James Baker, llegó ayer a Arabia Saudí, donde inició su gira por Oriente Próximo entrevistándose en Yeda con el rey Fahd para despejar las dudas acerca de la permanencia militar estadounidense en este reino. El diario Saudi Gazette afirmaba en primera página que las tropas norteamericanas podrían seguir en Arabia Saudí después de que la crisis haya terminado. Esta posibilidad, que los observadores occidentales siempre han' considerado" fue hasta ahora descartada sistemáticamente por las autoridades saudíes, que han repetido hasta la saciedad que el Ejército norteamericano abandonará este reino una vez cumplida su misión.

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La primera oveja negra

El secretario de Estado Baker -había testificado ante el Comité de Relaciones Exteriores del Congreso estadounidense: "Debemos desempeñar un papel [en el Golfo] y, por tanto, habrá alguna clase de prolongada presencia [norteamericana] allí".

La visita relámpago del secretario de Estado a Arabia Saudí, que debía seguir hoy en los Emiratos Árabes Unidos y mañana en Egipto, se ha desdibujado ante la noticia del tiroteo efectuado por tropas iraquíes contra un ciudadano norteamericano en Kuwait.

Bloqueo aéreo

Sí este tiroteo no hace de detonante, otro podría servir. El secretario de Estado está interesado en que las Naciones Unidas impongan un bloqueo aéreo a Irak. Si tal bloqueo llega a efectuarse, cabe esperar que la gran chispa, bien sea provocada o accidental, salte en el aire. De ahí que se subraye precisamente en estas fechas la enorme importancia de la participación multinacional en el conflicto. Se trataría de que la opinión pública, y muy especialmente la del Tercer Mundo, no asista una vez más al enfrentamiento exclusivo entre la gran potencia imperialista y un pueblo que se resiste a someterse a esa potencia. No es tan difícil olvidar que existió una invasión de un país soberano y actos de índole terrorista (el apresamiento de. rehenes) que la comunidad internacional no puede consentir.

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La anestesiada sociedad saudí, a la que se priva de una información completa (ayer se vendieron diarios como Le Monde y The Herald Tribune con páginas arrancadas por la censura), apenas se plantea el drama de la discriminacíón de que son objeto los refugiados llegados de Kuwait no kuwaitíes, sino filipinos, indios, paquistaníes o nigerianos. Esa legión de mano de obra barata, explotada en ocasiones como auténticos esclavos en Kuwait tanto como en Arabia Saudí, no se aloja por cuenta del Gobierno de este reino en hoteles de cinco estrellas, donde los niños juegan a la guerra con la oficialidad norteamericana. Huyeron hacia otros lugares empujados por el horror de su miseria, que, eso sí, llega a los afortunados por las pantallas de la televisión.

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