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Tribuna:LA CRISIS DEL GOLFO
Tribuna
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Sadam Husein y Nasser, ¿hasta dónde llega la comparación?

¿Cabe comparar a Sadam Husein con el líder egipcio Gamal Abdel Nasser? Frente al unánime rechazo que ha recibido en Occidente, lo cierto es que la actuación de Sadam Husein cuenta con apoyos en el mundo árabe, en el que ha despertado sentimientos conflictivos en relación con la identidad árabe. En algunos círculos se le considera como el nuevo Nasser. ¿Tiene sentido esta comparación? Como veremos en este artículo, existen algunas semejanzas; pero existen también enormes diferencias que desvirtuarían un intento de establecer un paralelismo entre los dos personajes.Sadam Husein está invocando -de forma deliberada y consciente- argumentos que recuerdan directamente al nasserismo en lo que respecta a tres puntos: el panarabismo, el desafío a Occidente y el desafío a los ricos. Husein quiere convertirse en el nuevo líder del mundo árabe, y la anexión de Kuwait podría ser vista como un primer p aso hacia la construcción de una poderosa y única nación árabe.

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Nasser fue en su tiempo un líder reconocido del mundo árabe, en el que alcanzó una gran popularidad, y un defensor del panarabismo. En 1958, y con el propósito de avanzar hacia la unidad árabe, Egipto y Siria constituyeron la República Árabe Unida. En los años sesenta, Nasser envió un cuerpo expedicionario egipcio a Yemen con el fin de ayudar a los militares que habían derrocado el régimen monárquico. Fueron éstas las dos manifestaciones más concretas de su panarabismo y de su afán de impulsar la unidad árabe.

La dignidad

Nasser, además, desafió y se enfrentó a Occidente, convirtiéndose en el defensor de la dignidad árabe frente a las agresiones de las potencias occidentales. La acción decisiva de Nasser en este sentido fue la nacionalización del canal de Suez, en 1956, a la que Francia y el Reino Unido respondieron con un ataque militar en connivencia con Israel. A pesar de las iniciales derrotas militares, la nacionalización del canal terminó en una victoria para Nasser. Bajo la presión de la URSS y, sobre todo, de EE UU, los atacantes se vieron forzados a retirarse. Nasser emergió de la crisis de Suez como un vencedor, con el prestigio que le dio haber desafiado con éxito a dos potencias coloniales como Francia y el Reino Unido.

Sadam Husein también quiere presentarse como el defensor de la dignidad árabe frente al imperialismo occidental, básicamente el de Estados Unidos, del que proviene la amenaza militar directa a la que se enfrenta. Husein ha intentado -inteligentemente- jugar la mejor carta que tiene a su favor en relación con este tema: el problema palestino. Cuando condiciona su retirada de Kuwait a la retirada de Israel de los territorios ocupados, Sadam apela a uno de los mayores motivos de agravio en el mundo árabe: el pudrimiento del problema palestino durante los últimos años y la falta de voluntad para resolverlo por parte de Occidente y, en especial, de EE UU.

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Por último, Nasser, en política doméstica, preconizó un cierto socialismo (llevando a cabo la reforma agraria y la nacionalización de las grandes empresas), y en el mundo árabe se enfrentó a las monarquías Picas y conservadoras del Golfo (fundamentalmente Arabia Saudí). La anexión por Irak de Kuwait puede ser considerada como un golpe a éstas. Según informaciones que han llegado del Kuwait invadido, Husein es defendido por parte de los palestinos que allí viven y que se sentían resentidos por la discriminación que sufrían a manos de los kuwaitíes. Frente a los anteriores paralelismos, entre Sadam Husein y Nasser existen enormes diferencias, centradas en dos puntos básicos: el apoyo internacional y el carisma personal. Nasser contó con el respaldo político y militar de la Unión Soviética, que en aquella época era más fuerte y más beligerante con Estados Unidos que ahora. Sin ese respaldo es difícil que hubiera podido realizar muchas de sus acciones. Sadam Husein, por el contrario, no cuenta apenas con apoyos internacionales; la invasión de Kuwait ha sido condenada por todas las grandes potencias, incluidas la Unión Soviética y China, en una unanimidad poco frecuente hasta hace poco.

Nasser adquirió a partir de los años cincuenta un gran prestigio, no sólo como líder árabe sino también como líder del Tercer Mundo. A pesar de sus fracasos, su carisma personal fue inmenso entre el pueblo egipcio, que lloró su muerte con masivas manifestaciones de duelo. La figura de Nasser fue fruto de una época marcada por la descolonización, la emergencia del Tercer Mundo, los no alineados, fenómenos todos ellos de los que el líder egipcio fue un símbolo importante.

En resumidas cuentas, entre la voluntad de Sadam Husein de ser un nuevo Nasser Y la realidad existe un trecho muy largo. La propia invasión de Kuwait es una manifestación elocuente de que el margen para la comparación es escaso: Nasser nunca invadió ni pretendió anexionarse a la fuerza otro país árabe; ni siquiera intentó recurrir a ésta cuando Siria abandonó la RAU.

Enrique Fanjull fue consejero comercial de la Embajada española en El Cairo y es autor de varios trabajos, sobre Oriente Próximo.

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