Un dilema para España
La invasión de Kuwait en agosto por parte de Irak es una crisis de oferta de primera magnitud. Antes de ella, sólo la economía norteamericana parecía en peligro de recesión durante 1990-1991. Ahora, tanto Europa como Asia deben prever un cierto descenso en el ritmo de crecimiento para el año próximo y un empeoramiento del índice de inflación. Baso esta valoración asumiendo que Sadam Husein no se retracte ni se retire de Kuwait y que no invada Arabia Saudí, con lo que iniciaría una guerra con EE UU y sus aliados multinacionales.Si Irak se retracta pronto, el precio del petróleo volverá a los 20 dólares el barril y todo el incidente se olvidará con rapidez. Las perspectivas serán de nuevo favorables para Europa y Asia, y, muy probablemente, los mercados mundiales de valores recuperarán la mayor parte de sus pérdidas. Norteamérica se encontrará otra vez en una recesión de crecimiento justo al borde de una verdadera recesión con un índice negativo de crecimiento global. Si el incidente se precipita y se inician las hostilidades -como en la guerra de Corea en 1950 o la guerra de Vietnam en la década de los sesenta-, entonces los dos próximos años serán tiempos de gran inestabilidad mundial.
El siguiente análisis está basado en la que parece la hipótesis más verosímil: una prolongada confrontación en la frontera que divide Kuwait y Arabia Saudí entre batallones inmóviles de ambos bandos. Para comprender el esquema económico futuro más plausible debemos recordar las crisis de oferta de la década de los setenta.
1. La crisis de oferta por la Inminente escasez de petróleo hará subir los precios de éste, e inmediatamente después, los de los combustibles rivales (carbón, gas natural ... ). Esto ya ha sucedido.
2. Como los trabajadores empiezan a pasar necesidades porque los salarios reales se han reducido, participan en las negociaciones de manera más activa con el fin de lograr aumentos. Pronto se pondrá de manifiesto el comienzo de un proceso inflacionario a base de la escalada de los precios, del tipo que solía ser común antes de la gran concurrencia internacional de la década de los ochenta.
3. Las autoridades de los bancos emisores -del Banco de Italia, del Bundesbank, del Banco de Japón y de la Reserva Federal- se sumirán en una profunda perplejidad.
Una escuela argüirá: "Hay que pisar los frenos del dinero escaso para que los precios de todo lo que no es petróleo se vean forzados a bajar mientras el de éste sube. No importa que una política crediticia tan dura provoque, a finales de 1991, una recesión del tipo de las del petróleo".
Funcionarios menos conservadores darán el consejo opuesto: "Una crisis de oferta no debe hacerse doblemente perjudicial inventando una recesión innecesaria. ¿Por qué deberian perderse producción y puestos de trabajo en sectores no energéticos de la economía?
Las lecciones de historia económica de hace 15 años me sugieren que ambos bandos deben llegar a un equilibrio.
- Los trabajadores no pueden evitar cierto descenso de los salarios reales como consecuencia de una verdadera crisis de oferta.
- Si el Banco de España mantiene constantes las reservas de dinero en un momento en el que el coste de la energía eleva el nivel de precios, se correrá el riesgo, efectivamente, de que haya un descenso de la producción.- Si, por otro lado, se muestra generoso en crear dinero nuevo para alejar cualquier presión del PIB real, entonces, tal como sucedió en Norteamérica y Suramérica hace 12 años, empezarán a verse precios de dos dígitos que se aceleran. Y, más tarde, el Gobierno tendrá que idear una recesión (como la recesión norteamericana de 1980 del presidente Carter).
- La conducta que la prudencia sugiere es lograr un equilibrio. España perderá algo de este crecimiento futuro bastante fuerte y deberá soportar un poco de inflación adicional. En esto será igual a otros países también dependientes de las importaciones de petróleo como Japón y Suecia, pero no como México, Noruega y Canadá, que lo poseen.
- A corto plazo, los mercados de valores de todo el mundo serán inestables y experimentarán descensos. Transcurridos cinco años del incidente de Oriente Próximo, el nivel de los precios y las cotizaciones promedio de los valores posiblemente estén un poco más altas y no un poco más bajas. En ese sentido, la renta variable es una cobertura para la inflación a largo plazo.
Es una lástima que inmediatamente después de que la guerra fría se daba por terminada, un nacionalismo pasado de moda parece estar nuevamente en ascenso, con todo lo- que esto significa para la inestabilidad maeroeconómica.
es profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts.Traducción: C. Scavino.
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