Menem retira su proyecto sobre la pena de muerte

El presidente de Argentina, el peronista Carlos Menem, retiró del Congreso el proyecto de ley para restablecer en el país la pena de muerte contra narcotraficantes y "delitos aberrantes". La reacción negativa- de algunas instituciones, sobre todo la Iglesia católica, obligaron a Menem a renunciar a sus planes, aunque sostiene, en su carta al Congreso, que esa medida "era adecuada para la situación que vive el país".

Reculó Menem ante la reacción negativa que provoco su proyecto de reimplantar la pena de muerte en Argentina. En una carta al Congreso, el poder ejecutivo retira el proyecto de ley enviado el pasado 10 de agosto. En la breve misiva al Congreso, Menem reconoce el papel de la Iglesia en esta marcha atrás, pero insiste en la conveniencia de la medida, cuando escribe: "Si bien el Poder Ejecutivo considera que esa medida era adecuada para la grave situación que vive el país, en mérito a la opinión en sentido contrarío de la mayoría de los legisladores y de otros importantes sectores la comunidad, como la Conferencia Episcopal Argentina, hemos considerado conveniente solicitar su retiro".En unas declaraciones, Menem negó haber sido derrotado: "No me han torcido el brazo". Y llegó incluso a impartir lecciones de teología: "Simplemente [he constatado] la imposibilidad de que sea viable en el Parlamento. Por supuesto que a eso se agrega también el pronunciamiento de la Iglesia, que no es terminante, que se inscribe en una línea distinta a la establecida de muerte para los que atentaban contra el bien común, y además aceptaba el tiranicidio, que es peor que la pena de muerte".

La postura de Menem ante la pena de muerte viene de lejos. Durante la campaña electoral Menem escandalizó con la propuesta de aplicar la pena de muerte "contra los traficantes de la muerte", los narcotraficantes. La polémica desencadenada provocó los desmentidos habituales tras las declaraciones polémicas de Menem. El asesinato brutal de Guillermo Ibáñez, hijo del dirigente del sindicato petrolero Diego Ibáñez; el clima emocional creado por ese caso y la psicosis de inseguridad ciudadana reinante en Argentina convencieron a Menem de que la opinión popular acogería bien su propuesta de restablecer la pena de muerte. A pesar de los consejos en contra de varios asesores inmediatos, Menem envió al Congreso el proyecto para castigar con pena de muerte el narcotráfico, el secuestro y la violación seguidos de asesinato, los llamados "delitos aberrantes".

Tiene Menem un indudable olfato político para captar hacia dónde sopla el viento de la opinión popular y ponerse a su favor. El presidente argentino no desaprovechó la ocasión que proporcionó el horrible crimen de Ibáñez y se convirtió en una especie de "portavoz del sentir popular", con su proyecto de restablecer la pena de muerte.

El proyecto ha sido retirado y el Gobierno argentino se ahorra un montón de problemas internacionales y conflictos internos sobre tan polémico tema. Al mismo tiempo Menem queda ante el público como el hombre que intentó aplicar mano dura contra el crimen, pero no pudo por la oposición de los congresistas, la iglesia y otros sectores sociales. Menem podrá así presentarse como un incomprendido y, cuando se produzca el próximo crimen "aberrante" que horrorice a la opinión pública, podrá esgrimir lo de "ya lo decía. yo".