Las minorías étnicas quieren autodeterminación
El Consejo Mundial de Pueblos Indígenas ha celebrado del 8 al 12 de agosto su asamblea general en la ciudad de Tromsoe, en la región noruega de Laponia. Casi un centenar de delegados -la mayoría hispanoamericanos, pero también procedentes de Oceanía, Brasil o Canadá, con una fuerte presión del pueblo organizador, los lapones o samis-, han expuesto su difícil presente y los requisitos para un futuro mejor. Autodeterminación es la palabra de esperanza para sus pueblos que más se ha oído en Tromsoe.
La autodeterminación, han expuesto en Tromsoe una y otra vez, es el instrumento que les permitirá superar problemas que van desde la mera supervivencia hasta el reconocimiento del derecho sobre sus tierras. El ,racismo y las dificultades para el desarrollo económico se suman al abultado catálogo de dificultades que acaba de discutirse en el Consejo Mundial de Pueblos Indígenas celebrado en Noruega. A finales del siglo XX, con la celebración del V Centenario del Descubrimiento de América en puertas, los indios pretenden "ser tratados como personas"."Nosotros llamamos a un mundo sin indios, sólo con personas. La existencia del concepto de indio, que hacemos nuestro como un término de lucha, quiere decir que pervive la injusticia. Cuando deje de usarse significará que tendremos las mismas condiciones de respeto que el resto de las personas", dice Donal Rojas, el costarricense reelegido como presidente del Consejo Mundial.
La autodeterminación de los pueblos indígenas frente a los Gobiernos nacionales es la vía más adecuada para ello, según el Consejo Mundial. Se trata de que cada grupo pueda elegir su propio destino y modo de desarrollo. En algunos casos el término tiene un acento más político. El camino de la integración se descarta porque supone un fuerte riesgo de desaparición para las culturas autóctonas.
En la tribuna y en los pasillos del auditorio de Tromsoe los indígenas han hablado de los problemas de cada etnia, pero todos afrontan uno común: la falta de reconocimiento por los Gobiernos de sus territorios históricos. Aquí, en la propiedad de las tierras, está la raíz de casi todos los males.
Problemas de tierras han provocado el enfrentamiento en uno de los países más ricos del mundo, Canadá. En la región francófona de Quebec, la Policía Montada y los indios mohawks se enfrentaron a tiros hace escasas semanas.
Problemas de tierras tienen también otros indígenas menos famosos, como los yanomami brasileños. "Es el grupo indígena que padece peores condiciones en todo el mundo", según el antropólogo español Antonio Pérez. Estos nativos viven en la Amazonia venezolana y brasileña. Son estos últimos los que están sufriendo un auténtico genocidio, según la organización Survival International. Se calcula que el 15% de los 10.000 yanomamis brasileños han muerto en los dos últimos años por la acción de los garimpeiros, los mineros que entran en su territorio, en busca de casiterita, oro y diamantes. "Además, contaminan nuestros ríos con mercurio", explicaba desde el estrado el yanomami David Copenawua. "Los indígenas de todo el mundo sabemos cuidar la naturaleza, el hombre blanco, no", se lamentaba.
Los problemas no existen sólo en América. Desde la otra esquina del globo llegaba el australiano Sol Bellear. "Nuestra primera preocupación es sobrevivir. El Gobierno nos quita la tierra, la sociedad nos discrimina, y además tenemos graves problemas con el alcohol y las drogas, que afectan a nuestros niños", explicaba a EL PAÍS este nativo de Oceanía. La colonización, el origen de todos los males. La herida no está cerrada, porque las consecuencias se sufren aún. Así lo plantean los indígenas. El secretario de Estado español para la Cooperación Internacional e Iberoamérica, Luis Yáñez, pudo constatarlo en vivo y en directo durante la reunión.
V Centenario
España intervenía por primera vez en un acto del Consejo Mundial de Pueblos Indígenas. Yáñez, también presidente de la Comisión Nacional del Quinto Centenario, había preparado su discurso de forma muy cuidadosa, calibrando al máximo los adjetivos y los mensajes. En su intervención comenzó por asegurar que "España lamenta la extinción de culturas y civilizaciones, acaecida como consecuencia del encuentro entre los dos mundos. Minutos después, cuando, en cita al rey de España, señalaba que "la Corona se preocupó siempre por la defensa de la dignidad del indígena", buena parte de los delegados hispanoamericanos abandonaron ruidosamente la sala. No escucharon la frase siguiente. "La ecuanimidad de los monarcas fue a menudo desoída por ambiciosos funcionarios". Yáñez se debió sentir tan incomprendido como los indios que le acusaban de falta de respeto. No es fácil hablar de conmemoraciones o descubrimientos a quienes siguen viendo en 1492 el año en que comenzaron sus desdichas. "Si los españoles quieren celebrar el descubrimiento de América, que lo hagan en su tierra, y a nosotros que nos dejen en paz", decía horas después el boliviano Luis Ticuna, aún indignado.
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