Los civiles sirios traumatizados por las matanzas: “Han quemado pueblos enteros y matado a niños solo por ser de la minoría alauí”
El Gobierno da por derrotada la insurrección iniciada por elementos vinculados al depuesto régimen de Bachar el Asad

El Gobierno de Siria ha dado por terminado el grueso de las operaciones militares para derrotar la insurrección lanzada por elementos vinculados al depuesto régimen de Bachar el Asad iniciada el pasado jueves en el litoral sirio y que se ha saldado con más de un millar de muertos. Los combates han cesado excepto en algunos focos, pero las heridas que han dejado serán difíciles de cicatrizar. La población alauí de las provincias costeras vive asustada, traumatizada por las masacres de cientos de civiles sufridas en los últimos días, y no se fía de las garantías de seguridad del Gobierno ni de sus promesas de que los responsables de los abusos responderán por ello. “Han quemado pueblos enteros y asesinado a niños y ancianos únicamente por ser de la minoría alauí”, asegura el doctor Alí.
Este hombre cuyo nombre ha sido modificado por temor a represalias no ha regresado aún a su casa: ni él ni la mayoría de residentes de su pueblo, Hattaniyah, en la provincia de Tartus. “Llevamos tres días escondidos en los montes y en el bosque, a la intemperie y a merced de los animales salvajes”, explica por teléfono.
Los alauíes —una rama del islam chií— son el 10 % de la población de Siria, pero se concentran sobre todo en las áreas rurales y montañosas del litoral sirio. A esta minoría pertenecían los Asad, que durante sus 50 años de dictadura los beneficiaron con puestos en la administración, especialmente en la oficialidad de las fuerzas de seguridad y el ejército. Además, los grupos islamistas suníes más radicales los consideran infieles.
“En mi pueblo no había una orientación política específica ni tenía relación [con los insurrectos]. A una persona con discapacidad motriz la asesinaron en su silla de ruedas. Simplemente, nos mataron por ser alauíes”, afirma el doctor Ali. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) ha confirmado masacres en este pueblo.
“Anunciamos el éxito de nuestras fuerzas en la consecución de sus objetivos. Los hemos expulsado de los centros urbanos y hemos asegurado la mayoría de vías de comunicación. Con esto, declaramos el final de las operaciones militares y las instituciones públicas pueden reanudar su trabajo y la provisión de servicios esenciales para restaurar la normalidad y estabilidad”, anunció este lunes el portavoz del Ministerio de Defensa, el coronel Hassan Abdul Ghani.
En la ciudad de Tartus, Rami participó este lunes en los responsos por su tía y otros familiares, asesinados en la cercana Banias, donde se han documentado decenas de ejecuciones de civiles. Un funeral sin cuerpos, ya que no han podido acudir a Banias por miedo a que los asalten por el camino. “Paran a la gente y les preguntan si son alauíes o suníes”, asegura Rami, cuyo nombre también ha sido modificado por razones de seguridad. Relata que el viernes, cuando recibió noticias de que las fuerzas gubernamentales estaban registrando hogares en busca de posibles insurrectos, habló con su tía. Una hora después volvió a telefonear sin resultado. “Un vecino de mi tía nos contó de que toda la familia, mi tía, su marido y sus dos hijos jóvenes, habían sido asesinados. Sus cuerpos estuvieron ahí hasta el domingo, cuando un conocido de Banias los enterró. Nadie podía acercarse sin que lo matasen, había cadáveres por todos lados, en las calles, en cafés incendiados, en coches... hasta que entró la Media Luna Roja y empezó a retirarlos”, afirma.
El OSDH ha registrado el asesinato de 973 civiles desde el pasado jueves, en un total de 39 masacres. Por su parte, la Red Siria de Derechos Humanos (RSDH) ha documentado el asesinato de 211 civiles a manos de los insurrectos favorables al depuesto régimen de Asad y otros 396 a manos de las fuerzas leales a Damasco, aunque en esta última cifra incluye también a insurrectos desarmados y ejecutados por sus captores. “Es difícil distinguir entre civiles y miembros desarmados del régimen de El Asad porque muchos de ellos vestían de civil”, justifica Fadl Abdul Ghani, director de la RSDH, que atribuye la mayoría de los asesinatos a “facciones militares recientemente integradas en la Administración de Seguridad General”.
Rami apunta a dos grupos como responsable de las atrocidades en su área, la Brigada Suleiman Shah (también conocida como Amshat, por el nombre de su líder) y la División al Hamza, algo en lo que coinciden analistas de los vídeos y pruebas de masacres que han trascendido en los últimos días. Se trata de dos formaciones vinculadas al Ejército Nacional Sirio, una amalgama de grupos que, hasta el pasado diciembre, sostenía Turquía y que se circunscribían a los territorios bajo control rebelde del norte del país, pero que posteriormente se han integrado en las nuevas fuerzas del Ministerio de Defensa. Tanto Rami como el doctor Ali apuntan también a la presencia de yihadistas extranjeros, tanto chechenos como centroasiáticos, barbudos y de “aspecto aterrador”.
El experto en grupos armados sirios Cédric Labrousse, de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París, ha recabado información sobre la presencia de extremistas extranjeros en las operaciones de estos días en la costa y asegura que muchos de estos yihadistas, antaño aliados del grupo islamista que ahora detenta el poder en Siria, Hayat Tahrir al Sham (HTS), no obedecen ya las instrucciones de Damasco y están actuando por su cuenta.
Pero ni para Rami ni para Ali es esta una explicación válida. Ambos creen que el Gobierno está tratando de eludir responsabilidades por los crímenes cometidos, a pesar de que el presidente, Ahmed al Sharaa, haya prometido que los responsables serán castigados y haya formado sendos comités, uno para investigar lo ocurrido y otro responsable de “recuperar la paz social” en las provincias costeras. Según la prensa siria, varios combatientes han sido detenidos por los asesinatos de civiles y, este lunes, también fueron arrestadas varias personas que, en Alepo, repartían dulces con la inscripción: “Los alauíes tienen derecho a vivir en paz... en sus tumbas”.
“Pedimos protección internacional”
Una fuente diplomática europea en contacto con varias decenas de residentes en las provincias costeras de Siria que tienen doble ciudadanía explicó a este diario que la situación allí se ha calmado y que algunos ya han podido viajar entre ciudades. Un habitante de Latakia, Ali Fedda, aseguró por teléfono que la mayoría de las fuerzas que mantenían la seguridad en la ciudad este lunes eran locales, por lo que la situación era más tranquila, a diferencia de las zonas donde llegaron fuerzas desde Idlib (bastión del HTS) o Hama, en el marco de la movilización general decretada por Al Sharaa. “No nos sentimos seguros. Es el primer día que salgo a la calle. Todos los comercios estaban cerrados, casi no podía comprar pan siquiera”, señaló. Fedda aclara que la dictadura de los Asad era “mucho peor”, pero también critica al nuevo Gobierno y la purga de funcionarios alauíes, que está sumiendo a la región costera en la pobreza y ha dejado a miles de jóvenes alauíes con entrenamiento militar sin salario ni perspectiva de futuro.
En el rezo por la familia de su tía, Rami asegura que el ambiente era grave. “Todos creen que los van a matar”. Él mismo dice que en cuanto la situación se calme abandonará el país. “Lo que pide la comunidad alauí es protección internacional, pero el Gobierno no lo va a aceptar”, concluye. El doctor Alí, por su parte, seguía con atención los que pudiera trascender de la reunión a puerta cerrada del Consejo de Seguridad de la ONU, convocada por Rusia y Estados Unidos para tratar la crisis siria.
Rami no es el único dispuesto a abandonar su vida en Siria. En los últimos días, las matanzas han llevado a unos 10.000 sirios, en su gran mayoría alauíes, a cruzar a la vecina Líbano. Sobre todo a la región de Akkar, que, por su proximidad geográfica, ha concentrado numerosos refugiados sirios durante los 13 años de guerra civil, de los que aún se calcula que siguen unos dos millones. También han llegado a la ciudad de Trípoli, ya en el Mediterráneo, lo que ha reavivado las tensiones y el discurso antirrefugiados sirios que impera desde hace años en el país. Un diputado de Akkar, Sajih Attieh, ha criticado que el ejército no esté frenando lo que calificó de “enormes oleadas” de refugiados.
Líbano, que suele contagiarse de las crisis en el país vecino, ha registrado algunos incidentes aislados en los últimos días. Un menor sirio fue apuñalado en Trípoli, donde los enfrentamientos entre el barrio alauí Yabal Mohsen y el suní Bab al Tabba han durado décadas, de forma intermitente, y se recrudecieron en los primeros años de la guerra civil siria.
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