700 personas esperan lograr uno de los 96 nuevos huertos de ocio en San Fernando
Gregorio Ballesteros, gerente de los huertos de ocio de la Agencia del Medio Ambiente en San Fernando de Henares, tiene una relación de 700 aspirantes que, antes de que comience el plazo de admisión de instancias, han manifestado ya su deseo de optar a uno de los 96 nuevos huertos que saldrán a concurso a la vuelta de vacaciones. Otros 240 ciudadanos de San Fernando, Mejorada, Coslada y Torrejón disfrutan desde hace dos años de una de estas parcelas de 250 metros cuadrados, por la que pagan 6.414 pesetas semestrales y en las que cultivan hortalizas, patatas e incluso flores más o menos exóticas. Una posibilidad tan disputada que "cuando se produce una vacante hay tortas por hacerse con el huerto libre", dice Ballesteros.
El árido paisaje de factorías automovilísticas y fábricas metalúrgicas de la zona industrial de Torrejón de Ardoz se ve, nada más pasar los depósitos de combustible de Campsa, bruscamente interrumpido por un mosaico de retazos de tierra verde punteados de casetas de labranza. Son los 240 huertos de ocio que la Comunidad de Madrid abrió en el año 1988 para ofrecer una posibilidad de rentabilizar el tiempo libre a los habitantes de la zona.En ese momento, 500 personas solicitaron uno de estos huertos, por lo que ya entonces 260 de los aspirantes se quedaron con las ganas de arar, abonar y sembrar en pleno corazón del industrial Corredor del Henares.
Escasos desertores
Después de dos años, sólo un 10% de los entusiastas concesionarios de estas parcelas han abandonado su empeño de plantar tomates y pimientos, bien por sentirse agobiados por las ineludibles exigencias de los ciclos agrícolas -muchos querían surtir su nevera de pepinos sin pensar que antes habrían de cavar las zanjas para sembrarlos- o porque sus respectivas jornadas laborales no dejaban los resquicios suficientes para la pala y el azadón.
"Sin embargo, los huertos que han ido dejando vacíos estos desertores no han permanecido mucho tiempo sin amo. Tenemos una lista de espera enorme, y en cuanto se corre la voz de que hay una parcela vacante se produce una avalancha de peticiones de nuevos aspirantes a hortelanos", dice Gregorio Ballesteros.
Según el gerente, la noticia de la inminente adjudicación de 96 nuevos huertos ya habilitados en el recinto se ha difundido entre las poblaciones cercanas y son ya más de 700 las personas que han querido dejar sus datos en la oficina de gestión de los huertos para "ser tenidos en cuenta en el reparto", dice Ballesteros, quien asegura que, al ritmo actual, habrá más de 1.000 aspirantes cuando se inicie el plazo de presentación de solicitudes.
Los solicitantes de estos huertos deben residir en una de las cuatro poblaciones que rodean el recinto -Torrejón de Ardoz, San Fernando de Henares, Coslada y Mejorada del Campo- "para garantizar la asistencia regular a la parcela, más difícil cuanto más distante esté del domicilio del hortelano", según afirma Ballesteros, además de una declaración de los ingresos del aspirante.
"En igualdad de condiciones, siempre nos decantamos por adjudicar el huerto a personas con un trabajo de jornada flexible o jubilados de modesto poder adquisitivo, con el fin de facilitar una posibilidad de ocio a personas que, de otra forma, sin subvención pública, tendrían difícil acceder a una parcela en el campo", dice el gerente.
Los hortelanos se agrupan en cuatro asociaciones que, con nombres tan bucólicos como Senda Bonita, se encargan de organizar iniciativas para mejorar el aspecto y el rendimiento de sus respectivos territorios.
Aunque está expresamente prohibido convertir la caseta que se entrega con cada huerto en un minichalé donde dormir los fines de semana, son muchos los adjudicatarios de estas parcelas que han instalado mesas, sillas, césped y zonas de sombra alrededor de la choza, y aprovechan este pedazo de campo en medio de fábricas para pasar días enteros entre el riego de los pimientos, el almuerzo en la barbacoa comunitaria y la siesta a la sombra de la parra más o menos exuberante que el titular del huerto plantó el año pasado.
Las normas de funcionamiento de los huertos, que se arriendan por un plazo de cuatro años, prohiben la venta de los productos obtenidos en las parcelas.
Sin embargo, esta premisa no impide que los hortelanos se apasionen en competiciones del tipo "a ver quien consigue la calabaza más grande" y que se lleven auténticos berrinches cuando alguna helada tardía les arrasa las coles o cuando el afán de aprovechar el terreno da al traste con una hermosa mata de tomates, arruinada por la falta de espacio para crecer.
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