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Las uvas de la ira

El 'efecto invernadero' y la mano de obra del Este cambian la vendimia francesa

Alrededor de 20 horas de viaje y un salario de 125.000 pesetas es lo que les espera a los 23.000 trabajadores españoles que tienen proyectado trabajar durante 15, días en la vendimia francesa a partir del próximo 17 de agosto. Una recolección de la uva que este año se verá afectada por la ecología -el efecto invernadero provoca que la campaña se adelante y sea más corta- y la apertura de los países del Este, cuya mano de obra es más barata.

Este año la campaña se recorta cuatro días en relación con 1989. Las razones de este cambio, según los expertos, parte de que la luz solar que llega a la Tierra encuentra dificultades para salir reflejada por culpa de los contaminantes atmosféricos que permanecen en la atmósfera sin destruirse. Esto afecta con una subida de temperatura, que puede repercutir seriamente en el bolsillo de miles de familias del sur de España en las dos próximos años, ya que el Gobierno francés no permite a los extranjeros llevar a cabo trabajos temporales inferiores a 15 días. La situación se arreglará en 1993, cuando no sea necesaria la autorización administrativa.La segunda consecuencia de esta disminución de la duración de la vendimia por factores medioambientales es el adelanto de la misma en 15 días. Este año, la fecha de inicio se sitúa en pleno mes de agosto, mes de vacaciones en España y época del año en la que los trenes de Renfe (tradicional transporte de los vendimiadores) trabajan a destajo ocupados con los veraneantes y turistas. El sindicato UGT ha denunciado que el pasado lunes Renfe todavía no tenía ni un solo tren libre para la campaña de la vendimia.

La Dirección General de Emigración, optó por combinar dos sistemas de transporte, tren y autobuses. Esta decisión también levantó las protestas de CC OO por el alto riesgo de accidentes de circulación de los autobuses en relación con el ferrocarril y la imposibilidad de dormir tumbados durante el largo viaje.

En resumidas cuentas, ni todos los vendimiadores podrán ir en tren (sólo el 40%) ni todos los que puedan tendrán litera. A los trabajadores del campo andaluces no les ha convencido el precipitado plan preparado por la Secretaría General de Emigración. Los dirigentes de la Federación de la Tierra de UGT han manifestado que "los más preocupante es que los emigrantes temporeros no sabrán si viajarán en autobús o ferrocarril hasta el mismo día de partida".

El tradicional temporero español tiene dos perfiles. El clásico que lleva entre 10 y 20 años trasladándose a Francia a la vendimia suele ir acompañado de su familia y de un voluminoso equipaje en el que llevan de todo, incluido los alimentos básicos. El segundo retrato es el de una persona joven que va con el propósito de ganar algún dinero durante el verano, a la vez que puede perfeccionar el idioma francés. Estos modernos temporeros llevan por todo equipaje un bolso de mano y un transistor de gran tamaño.

Temporeros más baratos

Pero los problemas no acaban aquí. Aunque un acuerdo firmado entre el Gobierno español y el francés permite que sólo participen en la recolección ciudadanos de estas dos nacionalidades, en los últimos años está proliferando la contratación ilegal de trabajadores procedentes de los países del Este europeo, Marruecos y Portugal, con mano de obra mucho más barata.

Incluso con el mismo salario que a los españoles, porque los contratadores tienen que correr con todos los gastos del traslado de los vendimiadores procedentes de España, mientras que polacos, rumanos, checoslovacos, marroquíes y portugueses llegan a Francia por sus propios medios. El año pasado ya se registró, según UGT, la participación de 6.000 polacos en condiciones ilegales y calculan que este año se doblará la cifra.

Estos trabajadores de temporada no sólo son los que más divisas traen a España de todo el colectivo de emigrantes -2.500 millones de pesetas-, sino que adernás representan el 66% del total de las personas que emigraron de España en 1989.

La emigración permanente y temporal (dura entre tres meses y un año) tuvo durante el año pasado mayor incidencia entre los hombres (13.744) que entre las mujeres (1.401).

En total, durante 1989 emigraron de España 60.000 personas, un 18% menos que en 1988. El país más elegido como destino fue Francia (sobre todo para trabajos temporales), seguido de Suiza, a donde se desplazaron más de 11.000 personas para empleos de tres meses como mínimo. Los jóvenes varones entre 25 y 29 años fueron el grupo de edad que, durante 1989, más decidió abandonar su tierra, en busca de mejores salarlos. En el caso de las mujeres, las que cruzaron la frontera en más ocasiones para trabajar tenían entre 20 y 24 años.

De todas las comunidades autónomas, Andalucía fue la que más gente envió al extranjero a trabajar (26.150), seguida de Galicia (8.444), Valencia (7.614) y Murcia (4.887). Mientras que, apenas ningún natural de La Rioja, el País Vasco, Cantabria, Baleares y Aragón decidió abandonar su tierra para trabajar en otro país.

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