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El nuevo fascismo

Joaquín Estefanía

Un fantasma recorre el mundo. Con sus mil rostros, adaptándose y readaptándose a los nuevos tiempos: xenofobia, racismo, antisemitismo, expansionismo, nacionalismo, etcétera, son distintas caras del mismo fascismo. ¿No ha comparado el presidente norteamericano, George Bush, en su intervención, a Sadam Husein con el propio Hitler? La historia deshace su camino en muchas ocasiones. ¿Hay una segunda oportunidad para el fascismo en nuestros días? Bastantes síntomas indican que así es. ¿No cabe analizar la reciente invasión de Kuwait, por un régimen que contiene en su interior muchos de los gérmenes del totalitarismo, bajo esta perspectiva?El fascismo es la única gran ideología que nació en el siglo XX.Pasa a la página 9

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Sin caer en definiciones muy cerradas -como la que lo calificó de "estado de excepción del capitalismo"-, hay una concepción genérica del fascismo como sistema totalitario, síntesis del nacionalismo orgánico y del socialismo antimarxista. El fascismo es el rechazo del liberalismo, la democracia y el marxismo; el repudio de la cultura política heredada del siglo XVIII de la Revolución Francesa; el apoyo al darwinismo social; la conquista de una nueva civilización cuyo marco natural es la nación.

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El presidente iraquí podría dar apoyo teórico a sus acciones con aquellas palabras de Maquiavelo en El Príncipe: "Cuando se trata de la patria, no debe existir consideración alguna ni de lo justo ni de lo injusto, ni de lo loable ni de lo ignominioso". Sadam Husein, un líder sanguinario e imperialista, ha conseguido estos días resucitar su autoleyenda de gran héroe de la nación árabe. Anexionando Kuwait, ha convertido a Irak en la primera superpotencia del petróleo, capaz de determinar en solitario el suministro y los precios para casi todo el planeta: el nuevo Irak controla el 20% de la oferta mundial de petróleo. Su actividad expansionista intenta dar salida a las dificultades; la economía iraquí está en bancarrota: con una gigantesca deuda externa de 70.000 millones de dólares -una de las más grandes del mundo-, fruto, en buena parte, de la reciente guerra con Irán, la forma más rápida de sacar al país de la miseria era la de exportar masivamente su principal materia prima al mejor precio posible.

Al borrar del mapamundi al pequeño emirato vecino a sus tierras, Husein resolvía de un golpe sus incógnitas: aumentaba el precio a consecuencia de las tensiones del conflicto mismo; incrementaba la cantidad y las reservas del crudo, ya que Kuwait es otro gran productor de la zona y el segundo país del planeta en reservas; disminuía su deuda externa en 10.000 millones de dólares, los que los kuwaitíes le habían prestado solidariamente para resistir a Jomeini; ganaba una salida al mar, importantísima para un país que perdió toda posibilidad de transporte marítimo tras el encenagamiento de Chat el Arab durante la guerra contra Irán, y desfogaba las energías de su desproporcionado ejército de un millón de hombres, inactivos desde hace un año,cuando terminó la guerra con los integristas iranies.

Paralelamente, Sadam Husein daba rienda suelta al panarabísmo de sus seguidores más fanáticos, dejando en lugar subalterno al resto de los líderes árabes (Gaddafi, Mubarak, Hafez el Asad), que también pretenden la hegemonía sobre la zona. Ya lo advirtió antes de la última cumbre de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP): "Es preferible cortar cabezas que dejar seguir cayendo los precios". Irak se ha convertido en la mayor potencia militar de la región (excepción hecha de Israel), lo que es especialmente peligroso por el carácter agresivo y totalitario de su régimen, capaz de utilizar sin escrúpulos las armas químicas contra la población civil.Sólo así se explica la rápida reacción del mundo entero. Husein'ha conseguido lo que hasta ahora era una utopía: la unidad en la condena y colaboración unánime entre la OTAN y el Pacto de Varsovia -las fuerzas del mal-, que han hecho un análisis conjunto de que la guerra entre Irak y Kuwait no es exclusivamente un conflicto regional, y han aplicado la experiencia del pasado: que los Estados fascistas prefieren satisfacer sus ambiciones por medio de la intimidación y de agresiones rápidas y limitadas, contra una oposición de poca monta. El fracaso de las democracias, que no contuvieron estas agresiones desde un principio con medios limitados, y su desgana en emplear la fuerza con fines limitados, aseguró el cumplimiento de las profecías en la II Guerra Mundial. La locura de Sadam Husein es de la misma familia que la de Hitler.Pero la última guerra del Golfo no es sino el ejemplo más reciente de un nacionalismo agresivo que forma parte de lo cotídiano. El islam no tiene la exclusiva de un modo nocivo de entender el derecho a la diferencia. En el momento de la caída de los sistemas del este europeo, por ejemplo, están apareciendo fenómenos que se daban por superados. No se trata tan sólo del resurgimiento de partidos de extrema derecha con pujanza electoral, ni de los brotes de antisemitismo que han tenido recientemente en Francia su expresión más bárbara. Hay también elementos secesionistas que, de configurarse, darán como resultado una Europa parecida a la de antes de la I Guerra Mundial. La xenofobia acompana, en muchos casos, a los nacionalismos de las repúblicas bálticas y del Cáucaso que amenazan con acabar -tanto como la catástrofe económica- con la perestroika de Gorbachov. Conflictos entre serbios y croatas en Yugoslavía, albaneses en Kosovo, búlgaros y turcos en Bulgaria, reclamaciones albanesas sobre Kosovo, minorías húngaras en Rumania, etcétera. Y casi todos ellos adobados por un sentimiento antijudío que parece salido directamente de las cenizas del Reíchstag hitleriano.

Existe un nuevo racismo general que deja en segundo término al antisemitismo particularista; es el que devíene en Europa contra los ciudadanos del Tercer Mundo que empujan para instalarse en el teórico reino de la abundancia. El gran problema del futuro de Europa será el enfrentamiento entre europeos y emigrados extraeuropeos. En unas declaraciones a EL PAÍS, el antiguo dirigente argelino Ben Bella decía: "¡Qué absurda sería una España que acogiera con los brazos abiertos a los polacos y rechazara a los marroquíes y argelinos, una España que intentara controlar la

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inmigración desplegando el Ejército en sus fronteras, como hace Italia! No hay policía o ejército que. pueda resolver este problema. Aunque Europa se diga: 'vamos a vivir bien dentro de nuestro muro y a ignorar el resto del mundo', el resto del mundo no ignorará a Europa. El Sur es un gran arrabal de chabolas que tiene delante un resplandeciente terreno de golf. ¿Qué puede ocurrir? Una invasión del terreno. Para impedirlo, sólo hay una fórmula: que ese arrabal viva mejor. Europa debe ayudar a los países del Sur a desarrollarse, siguiendo sus propios caminos".

En Europa hay 13 millones de emigrados oficiales de países no comunitarios, más que la población belga en su integridad. Ello sin contar los espaldas mojadas clandestinos. ¿Serán todos ellos furtivos a partir de 1992, cuando entre en vigor el Acta única con todas sus consecuencias y Europa sea un compacto interior? La Europa del futuro, la del presente, es la Europa del mestizaje, en la que hay ciudadanos de primera y de segunda categoría. Quienes suscitan la curiosidad y la represión de la policía son casi siempre los mismos: norteafricanos, negros o mestizos; preferentemente jóvenes.

El racismo es la hostilidad instintiva hacia el otro; el antirracismo no es un mecanismo natural, hay que inculcarlo y ejercerlo. Y todas las políticas que se están aplicando son restrictivas para esta realidad. No hay una reflexión conjunta sobre el problema; la clase política no ha abordado sus consecuencias, se deja llevar por las mismas. ¿No fue esta misma clase política europea la que apoyó a Jomeini al comienzo de la revolución iraní, la que decidió que Husein era el bueno de la guerra Irak-Irán?

En España se da la gran antinomia de una ley de extranjería que se practica para acotar la presencia, entre otros, de ciudadanos latinoamericanos, mientras al mismo tiempo se celebra estrepitosamente el quinto centenario del descubrimiento de América. Y no es ésta una manifestación atribuible exclusivamente a las capas dirigentes: Le Pen ha extendido su voto en muchas barriadas obreras francesas. El fascismo es fenómeno de masas, no de élites. Un sociólogo español presente en Berlín cuando el derrumbamiento del muro contaba la cara de satisfacción de los turcos instalados en la República Federal al ver aparecer a unos polacos más pobres que ellos. Porque el racismo no es sólo un problema cultura¡; también es económico. ¿Cómo va a ayudar Europa al Tercer Mundo si concentra todos sus créditos en los países del este europeo? Recordaba recientemente Mario Benedetti que la ayuda europea de los últimos meses a Hungría y Polonia era superior a la concedida a América Latina en los últimos cinco años.

Es absurdo creer que España está ausente de estos problemas; país receptor, por su proximidad geográfica, de los emigrantes africanos, es un laboratorio racista que todavía ha dado pocas pruebas de su intensidad. Un informe de la Comisión Europea reprochaba recientemente a España su trato discriminatorio a los inmígrados: más de la mitad de los 778.334 inmigrantes de otros países que viven en nuestro país están discriminados económicamente y sometidos a artículos restrictivos de la ley de extranjería; un 38% son Ilegales, sin papeles; las estadísticas oficiales maquillan estos datos para ocultar las deportaciones, así como "el peligro del llamado ejército de reserva de la delincuencia y una fuente de xenofobia creciente".

Ralf Dahrendorf afirma que el mundo de los noventa va a tener que abordar tres cuestiones globales para las que no se dan respuestas: la ecológica; los conflictos regionales, y cómo hacer frente a la división ricos-pobres, que llega ya al umbral de nuestra vida diaria. De la última afirma: "Soy pesimista acerca de la capacidad de Europa de aceptar un cambio de su propia naturaleza a causa de la emigración. El proceso de integración actual está construido sobre una base proteccionista para los que ya somos europeos, en lugar de aspirar a crear un nuevo tejido social dinámico". ¿No es precisamente ésta la etiología del nuevo fascismo?

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