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2.200 kilómetros de un tirón

La 'ruta de los portugueses' se ha cobrado en lo que va de verano 13 muertos

Javier Casqueiro

Portugueses, suizos, franceses, italianos, catalanes y vascos han de afrontar, en Burgos, la manera de abordar la meseta castellana. La elección de ruta es peliaguda, y los que escogen la N-620 saben de antemano que se introducen en la carretera de la muerte. Durante 10 meses, la N-620 es una nacional más, con sus obras permanentes y sus baches. Camiones y restaurantes de paso completan el paisaje. Es en vacaciones, sobre todo de verano, cuando la intensidad del tráfico se pone golosa y la peligrosidad, tras conducir 2.200 kilómetros de un tirón, aflora.

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Juan Carlos Teixeira, portugués de Chaves, población fronteriza con la localidad gallega de Verín, se hace todos los años al menos un par de veces 2.200 kilómetros de un tirón. Trabaja en una fábrica de metales y vive en Rohanshorn, al norte de Suiza. Cuando llega el verano se coge a la troupe familiar y la mete durante 23 horas en su flamante Mazda. Sólo hace una parada, ya en España y cerca de Palencia, en la que aprovecha para refrigerarse y darle a Patrik la papilla.Allí mismo, mientras su mujer y su suegra descansan a la sombra, reconoce que ellos, los portugueses, los principales usuarios de la N-620, tienen algo de culpa en el elevado índice de mortalidad que atesora esta carretera de la muerte. "Es una locura, pero cuando quieres llegar de vacaciones no hay otra forma", dice Juan Carlos, que regresa al trabajo.

Algo más que dormidos

Pablo Vivar Castillo, empleado en un surtidor de Campsa situado a la salida de Estepar (Burgos), es mucho más rotundo. "Yo no le echo la culpa a la carretera sino a ellos que vienen dormidos, y no sólo los portugueses. Al echarles gasolina lo veo, que se quedan al volante". Pablo insinúa también que a veces tiene la oportunidad de observar que llegan "algo más que dormidos".

Algunos conductores, sin embargo, niegan estas acusaciones. José Alves, portugués de Miranda de Oro, asegura de camino a Francia que no viajan ni cansados ni cargados, la otra imputación que siempre se realiza contra los vehículos con matrícula negra de seis números. Alves, sentado en una cuneta, da mordiscos a una típica bolla burgalesa de pan redondo y simplemente expone, en su defensa, que desde su pueblo a Burgos tarda siete horas. Dice también que en este tramo de la N-620 hay "demasiadas obras". Su compañero de ruta, francés, se limita a exclamar: "Es horrible".

Es cierto, el paisaje desde la capital burgalesa hasta Fuentes de Oñoro, en la frontera portuguesa, no es muy variado. Entre Burgos y el desvío de Palencia, la peor zona, 16 tramos levantados o con curvas peligrosas e inesperadas.

Desde el pasado día 1 de junio y hasta el 8 de agosto la Dirección General de Tráfico (DGT) había contabilizado en la carretera de la muerte un total de 8 accidentes, con un balance de 13 muertos, 7 heridos graves y 10 leves. El verano anterior, en este mismo periodo, los siniestros fueron 11 y las víctimas 23. El primer fin de semana de agosto Castilla y León registró 10 accidentes y 12 muertos, la mayoría de ellos en la N-620.

La DGT atribuye la accidentabilidad a la densidad de tráfico. Atraviesan por allí el norte de España los camiones que cruzan la frontera en Irún y también todos los camiones que se dirigen a Portugal. Además el 85% de los portugueses utilizan como entrada a su país el paso fronterizo de Fuentes de Oñoro. El MOPU prevé para 1995 la conclusión de todo el trazado en autovía. Dos agentes de la Guardia Civil de Tráfico, alegan que sólo hay dos puntos negros: en el kilómetro 21, Estepar, cambio de rasante sin señalizar; en el kilómetro 27, el mismo tipo de peligro pero esta vez con señal.

Aquí mismo, en el 27, los guardias civiles han emplumado por la mañana a un vehículo de Bilbao con 50.000 pesetas. En estos momentos se encuentran de servicio, por idéntica causa, con un matrimonio suizo propietario de un Toyota Celica que ha rebasado una raya continua.

Miedo al robo

Uno de los agentes dice que la carretera es normal y que lo que pasa es que tiene mucho tráfico y el otro, más joven, comenta que la calzada está mal y que además los portugueses, que en los días fuertes ocupan el 70% de la circulación, no descansan porque tienen miedo a que les roben.

La carretera de la muerte, de todas maneras, no es uniforme. El peor trago, seguramente, hay que pasarlo en los 79 kilómetros que separan Melgar, casi en Burgos, donde se toma contacto con el Camino de Santiago, del desvío de Palencia. Las obras de una futura autovía de Castilla, que modernizará 31 kilómetros entre Villodrigo y Magaz, ocasionan no pocos sustos. La variante de Tordesillas contribuye a descongestionar la ruta. Desde Salamanca no hay más remedio que retomar el suplicio de esta carretera en la que los adelantamientos temerarios, las obras mal señalizadas o los despistes pueden provocar el último accidente.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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