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La razón de Estado 'obligó' a Mitterrand a indultar al terrorista pro iraní Naccache

La razón de Estado llevó el pasado viernes a François Mitterrand a realizar uno de los trabajos más sucios de sus 10 años al frente de la República Francesa. Mitterrand, reconocían ayer vergonzosamente la mayor parte de los líderes políticos franceses, no tenía otra alternativa que otorgar la gracia presidencial al terrorista pro iraní Anis Naccache.

Ello no impidió que la Prensa descargara sobre el jefe del Estado un aluvión de críticas del tipo "Mitterrand ha actuado como un ladrón", "un cinismo y una hipocresía increíbles", "una injusticia para las víctimas", "una victoria del terrorismo", o "un episodio poco glorioso". La Prensa iraní afirmó ayer que el gesto de Mitterrand puede tener "un efecto positivo" sobre la suerte de los rehenes anglosajones que todavía permanecen en Beirut. La moderación de la respuesta estadounidense a la gracia concedida a Naccache -una mera nota recordando la necesidad de "aplicar la ley" a los terroristas- induce a pensar que Washington es también partidario de un paulatino deshielo en sus relaciones con el régimen teocrático implantado por Jomeini. Mitterrand había advertido al presidente George Bush de la iminencia de la liberación de Naccache. El escándalo despertado en Francia por la liberación de Naccache constrasta con la discreta satisfacción con que el terrorista ha sido acogido en Teherán. En la tarde del viernes, Naccache y sus cuatro cómplices volaban ya hacia la capital iraní cuando la información de su excarcelación fue difundida en París. Con ocasión de la fiesta nacional del 14 de julio, Mitterrand había usado su derecho constitucional de gracia a favor de los hombres que, obedeciendo una fatwa o decreto religioso de Jomeini, habían intentado asesinar en 1980 a Chapur Bajuar, el último primer ministro del sha, refugiado en París. En el atentado perecieron un policía y una transeúnte y otro funcionario quedó paralítico de por vida.Naccache es un arquitecto libanes de 36 años de edad que tras militar en la organización palestina Fatah fue seducido, a finales de los setenta, por la revolución islámica del imam Jomeini, como tantos otros intelectuales Jóvenes del mundo árabe y musulmán. Durante los 10 años que pasó en una cárcel francesa, su destino fue objeto de un terrible pulso entre París y Teherán. Episodios dramáticos de esa guerra no declarada fueron el cautiverio de los rehenes franceses en Beirut y una serie de atentados mortíferos en la propia capital francesa. No había grupo revolucionario islámico que no reclamara la liberación del mártir Naccache.

Razón de Estado

Ahora había llegado para Mitterrand el momento de invocar la razón de Estado. París y Teherán sostienen aceptables relaciones diplomáticas; las autoridades iraníes han apreciado sobremanera la ayuda humanitaria francesa con motivo del terremoto que el pasado junio asoló su país; los contenciosos financieros están en vías de solución; no queda ningún rehén francés en Líbano, y desde hace tiempo no puede imputarse a los grupos pro iraníes ninguna acción terrorista en suelo francés.El ex primer ministro Jacques Chirac y el que fuera su ministro del Interior en el periodo de la cohabitación, Charles Pasqua, guardaron ayer un prudente silencio.

En Francia se da por supuesto que en 1988 Chirac y Pasqua negociaron con Irán la liberación de todos los rehenes franceses, a cambio, entre otras cosas, de la gracia para Naccache. Mitterrand se ha limitado a pagar con retraso una deuda contraída por el Estado francés.

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