Las naciones tienen cumpleaños
Las naciones suelen celebrar una vez al año su llamada fiesta nacional. Se trata de una jornada en la que se conmemoran fástos patrios, el nacimiento del nuevo Estado, una gran victoria ante el bárbaro extranjero, o una nueva era política. En la Europa en construcción en que vivimos parece discutible, sin embargo, la permanencia de esos lugares comunes nacionales de matriz tan divisoria. En estas páginas, cuatro especialistas del diario Libération y EL PAÍS pasan revista a algunas de las celebraciones nacionales en el mundo occidental.
La usura del tiempo
A primera vista las fiestas nacionales se parecen unas a otras como gotas de agua. El Estado celebra con complacencia su existencia y se reconforta de haber añadido doce meses a su edad venerable o a su joven vida. Su jefe, presidente o soberano, asiste a una parada militar, deposita una corona sobre el monumento a los muertos y distribuye condecoraciones entre aquellos de sus conciudadanos que han honrado a la patria. Sus embajadores dan grandes recepciones a sus compatriotas y a los dignatarios de países extranjeros. El pueblo, tras la parada, se pasea por los parques con los soldados de permiso mientras que los niños lanzan al cielo globos con los colores nacionales.El croquis queda un poco pasado de moda, pero sigue siendo válido. Cometeríamos un error si nos detuviéramos en la comprobación de afinidades aparentes. Las fiestas nacionales no son gotas de agua y no tienen el mismo sentido. Francia y la Unión Soviética celebran la Revolución de 1789 y la de 1917, respectivamente. ¿Porqué la toma de la Bastilla y el asalto al palacio de Invierno han sido "santificados" en los calendarios nacionales francés y soviético, mientras que la fecha del desembarco de Guillermo de Orange en Torbay (el 5 de noviembre de 1688) no es conocido por los historiadores? O, si se prefiere: ¿porqué Mitterrand y Gorbachov han animado celebraciones solemnes para el bicentenario de la revolución Francesa y para el septuagésimo aniversario de la Revolución de Octubre, mientras que la señora Thatcher no hace nada, o casi nada, para conmemorar el tercer centenario de la Gloriosa?.
Estados Unidos, Suecia y Suiza celebran el nacimiento de sus Estados el 4 dejulio, el 6 dejunio y el 1 de agosto, respectivamente. El 4 dejulio de 1776 los representantes de trece colonias inglesas en América del Norte firmaron en Filadelfia una declaración de independencia redactada por Thomas Jefferson. El 6 de junio de 1523, Gustavo Vasa rompió la Unión de los Reinos del Norte y se hizo proclamar rey de Suecia. El 1 de agosto de 129 1, tres comunidades de los Alpes -Uri, Schwyz y Underwalden- firmaron un pacto contra el Emperador del cual surgiría con el tiempo la Confederación Helvética. ¿Porqué España, por su parte, no ha elegido para conmemorar el nacimiento de su Estado la union de las Coronas de Castilla y Aragón (1479) o el fin de la Reconquista (1492)? ¿Porqué prefiere celebrar un acontecimiento, el Descubrimiento de América, que tuvo una influencia enorme sobre su dimensión mundial, pero que no tuvo nada que ver con su existencia nacional?
Los historiadores no conocen siempre la respuesta a estos interrogantes, pero saben dónde hay que buscarla. Saben que cada fiesta nacional es casi siempre el resultado de una negociación difícil entre diferentes concepciones de la identidad y de la ideología nacionales. Cuando Italia, tras el derrocamiento del fascismo y el fin de la guerra, debió dotarse de una nueva fiesta nacional, la elección tuvo que recaer, con rigor, sobre el día que mejor simbolizara la participación de la Resistencia italiana en la guerra contra Alemania (25 de abril). Pero la Resistencia fue activa casi únicamente en Italia del Norte y la elección del 25 de abril subrayaba un dato, la diferencia profunda entre entre el Sur y el Norte, que los italianos conocen pero prefieren ignorar. La eleccion recayó por último en la fecha de la proclamacion de la República (2 de junio).
Los historiadores saben igualmente que varias fiestas pueden ser nacionales sin ser por ello aniversario del Estado y que algunas pueden tener un resplandor supranacional. El día de San Patricio es celebrado con igual solemnidad en Irlanda como en Estados Unidos. El Columbus day es recordado bajo formas diferentes por todos los países asociados al descubrimiento: España, Italia, Estados Unidos y otros Estados de América Latina.
Los historiadores saben, por fin, que las fiestas nacionales son el símbolo de un mito o de una leyenda y que están destinadas a compartir un destino. ¿Que sucederá el 7 de noviembre cuando las estatuas de Lenin en el Kremlin sufran la misma suerte que la que decoraba la sala del Consejo en el Soviet de Moscú? ¿Qué sucederá el Primero de Mayo cuando los trabajadores de la hoz y del martillo sean el 5% de la poblacion activa? Nos encontramos en trance de asistir a una simplificación radical del calendario oficial. De aquí al fin del milenio, las fechas que cuenten serán las que puedan aún despertar los sentimientos y la memoria de una amplia parte de la comunidad internacional. Probablemente, podrán ser contadas con los dedos de una mano: el 4 de julio, el 14 de julio, el 12 de octubre. La Gran Pascua Rusa y un día de noviembre para recordar aquella noche de noviembre cuando el furor del pueblo desmontó el muro de Berlín.
Sergio Romano ha sido embajador de Italia en Moscú.
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