Loable intención
La severa réplica del señor Pío Ballesteros (EL PAÍS, 29 de junio de 1990) adolece o de falta de información o de memoria. En primer lugar, Julián Besteiro pertenecía a la clase política -y lo que es más grave: a la tenida por progresista- que no supo evitar la guerra y que, una vez en marcha la eliminación de lo mejor de la juventud española, nos la hizo perder. Ya que mientras esa clase política -que tuvo que haber sido barrida de los cargos políticos tan pronto iniciada la contienda animaba a combatir al enemigo, trataba de pactar con él. Directamente o a través de Francia, Gran Bretaña o el Vaticano. Y Besteiro se quedó mudo como un muerto hasta la primavera de 1938, en que empieza a echar los cimientos del golpe casadista -se supone que con el beneplácito de los ingleses, rama británica masónica por medio de marzo de 1939.Algunos se quedaron -a veces hace falta mucho valor para echarse al monte, señor Ballesteros-; pero es que hubo otros que, en lugar de quedarse en el exilio francés -como Azaña, Martínez Barrio y tantos otros socialistas, libertarios y republicanos históricos-, regresaron a la llamada zona centro. Como el presidente del Gobierno, don Juan Negrín López, y varios militares de alta graduación procedentes de milicias, como Líster, Tagüeña, Modesto y otros.
Sobre la gira de la primavera de 1938 de Besteiro ya di en mi carta anterior las citas bibliográficas y los testimonios correspondientes. Se trataba, en suma, de un golpe de Estado anticomunista contra el Gobierno de Negrín. "Eso", palabras de Besteiro, "porque queríamos evitar más sufrimientos al pueblo español". Loable intención, es cierto; pero que debían haber puesto en práctica antes de julio de 1936. Porque está colmadamente demostrado que era factible hacer abortar la sublevación militar.historiador-periodista.
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