Del desastre a la gloria
El portero Goycoechea fue tachado de sufrir sida
La carrera deportiva de Sergio Goycoechea, inicialmente el segundo portero de la selección argentina, apuntaba al desastre hasta que la llamada de Bilardo y la lesión del guardameta titular, Nery Pumpido, le dieron la oportunidad de rehacerse como futbolista. Goycoechea sustituyó a Pumpido en el minuto 10 del dramático partido frente a la URSS en el estadio San Paolo de Nápoles. En ese momento se acabó el largo calvario de un portero que tuvo que dejar su país por la información de un diario sensacionalista, que propagó que padecía de una irremediable infección por sida. Goycoechea es ahora el ídolo de Argentina tras su actuación en la tanda de penaltis que propició la eliminación de Italia.Goycoechea fue durante algunos años uno de esos buenos porteros que acostumbra a dar Argentina. Comenzó a jugar en la modesto equipo de Defensores de Zárate. Cancerbero poderoso, potente, de piernas fuertes, Goycoechea pasó al River Plate, donde su estrella comenzó a apagarse. Por encima de él se colocaron sucesivamente Ubaldo Fillol, héroe del Mund1 al de 1978, y Nery Pumpido, guardameta de los campeones del mundo en 1986.
Tras el traspaso de Pumpido al Betis, Goycoechea se hizo cargo de la portería del River Plate. Su progresión era notable, pero en 1988 sufrió una grave lesión en la clavícula, que le afectó a la espalda y marcó definitivamente su descenso a los infiernos. Apartado durante cinco meses de las canchas, el River le traspasó al San Lorenzo de Almagro.
Un periódico sensacionalista aseguró que Goycoechea tenía sida, y le dio casi por muerto. Desde entonces, el portero argentino ha llevado una vida de apestado en su país. Al inicio de la pasada temporada, consiguió un contrato con el Millonarios de Bogotá. La fortuna, sin embargo, no se alió con Goycoechea, que después de un año sin jugar se vio en medio del tormentoso campeonato colombiano.
La suspensión de la Liga colombiana tras el asesinato de un árbitro dejó al portero de nuevo en el paro. En los últimos ocho meses Goycoechea no disputó ningún partido, una situación que parecía arruinar definitivamente su carrera. Sin embargo, Carlos Bilardo, hombre imprevisible, decidió reclamarle. "Cuando Bilardo rne dijo que entrara al campo, alcé los Ojos al cielo y di gracias a Dios. Era la recompensa después de todo lo que he pasado", declaró.
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